Sin exabruptos...
Lunes, 23 de Junio de 2008
Como el domingo estuviste en el monte, con amigos, sendereando, mirando plantas y aprendiendo nombres que olvidarás rápido, como siempre; como después vinieron la cervecita, la buena comida y la mejor charla; como todavía te duran el enrojecimiento de la piel (¡soles de justicia!) y el aire puro en los pulmones; como se avecina un buen verano de viajes y descansos… no puedes evitar el semblante risueño y las buenas disposiciones.
No exabruptos hoy, pues.
Como si el mundo estuviera bien
hecho.
Y la mierda recogida bajo la alfombra.
Algún día alguien tirará del pico de la susodicha
y el delicado aroma nos embriagará con sus esencias
de podrida pulcritud y razones universales
para el asco más o menos contenido.
Seguiremos seguramente y no obstante viviendo,
haciendo cuadrar nuestros ritmos con el vuelo
de la mosca azul que se detiene y vibra
sobre el montón de vigente consistencia pastosa
y persistente.
Émulos del insecto que fumigan, dicen, las avionetas
de nuestra conciencia plena de pejiguerías alarmadas.
Nuestras conciencias: las de los que podemos permitirnos, parece,
tener conciencia porque no nos sobrepasa en exceso la presión de la hipoteca, ni los plazos del BMW todoterreno de ecológica prestancia social y amplio espacio para carritos enteros de Carrefour en sus bodegas de equinoccial aventura y trayecto de anhelados universos…
Redescubriste el método en la libreta húngara, y lo aplicas ahora con el trazo casi ilegible de tu letra apresurada, zumbona, mosquil también ella, en el refugio autista de este sillón en una esquina de la sala de profesores, donde tus compañeros parlotean y esperan sucesivas “sesiones de evaluación”, cansinos restos de trabajo rutinario, perdido, dilapidado.
Ausente ya y en el mundo casi de la habitación y el ventilador del retiro veraniego. Dispuesto a tolerar hasta su fin todas las insensateces, con una sonrisa en los labios y la hiel entre los dientes… ¡Mmmm, qué rica! Deshaciéndose tu silueta en difuminos transparentes, vibrantes de calor y nada que deletreas demorándote en lenta desintegración pausada, y sutil, y definitivamente distante de este mundo que abandonas por un rato, y hasta que los hados nos devuelvan a la lucha cotidiana…
Cansado, feliz y ausente…
P.D.: Habrá próxima entrega exclusiva con fragmento de libreta húngara… ¡Es que era muy largo!
Como el domingo estuviste en el monte, con amigos, sendereando, mirando plantas y aprendiendo nombres que olvidarás rápido, como siempre; como después vinieron la cervecita, la buena comida y la mejor charla; como todavía te duran el enrojecimiento de la piel (¡soles de justicia!) y el aire puro en los pulmones; como se avecina un buen verano de viajes y descansos… no puedes evitar el semblante risueño y las buenas disposiciones.
No exabruptos hoy, pues.
Como si el mundo estuviera bien
hecho.
Y la mierda recogida bajo la alfombra.
Algún día alguien tirará del pico de la susodicha
y el delicado aroma nos embriagará con sus esencias
de podrida pulcritud y razones universales
para el asco más o menos contenido.
Seguiremos seguramente y no obstante viviendo,
haciendo cuadrar nuestros ritmos con el vuelo
de la mosca azul que se detiene y vibra
sobre el montón de vigente consistencia pastosa
y persistente.
Émulos del insecto que fumigan, dicen, las avionetas
de nuestra conciencia plena de pejiguerías alarmadas.
Nuestras conciencias: las de los que podemos permitirnos, parece,
tener conciencia porque no nos sobrepasa en exceso la presión de la hipoteca, ni los plazos del BMW todoterreno de ecológica prestancia social y amplio espacio para carritos enteros de Carrefour en sus bodegas de equinoccial aventura y trayecto de anhelados universos…
Redescubriste el método en la libreta húngara, y lo aplicas ahora con el trazo casi ilegible de tu letra apresurada, zumbona, mosquil también ella, en el refugio autista de este sillón en una esquina de la sala de profesores, donde tus compañeros parlotean y esperan sucesivas “sesiones de evaluación”, cansinos restos de trabajo rutinario, perdido, dilapidado.
Ausente ya y en el mundo casi de la habitación y el ventilador del retiro veraniego. Dispuesto a tolerar hasta su fin todas las insensateces, con una sonrisa en los labios y la hiel entre los dientes… ¡Mmmm, qué rica! Deshaciéndose tu silueta en difuminos transparentes, vibrantes de calor y nada que deletreas demorándote en lenta desintegración pausada, y sutil, y definitivamente distante de este mundo que abandonas por un rato, y hasta que los hados nos devuelvan a la lucha cotidiana…
Cansado, feliz y ausente…
P.D.: Habrá próxima entrega exclusiva con fragmento de libreta húngara… ¡Es que era muy largo!