jueves, abril 23, 2009

Peña de Francia

Viernes, 23 de abril de 2009
Llueve. Pero los caminos respiran, y nosotros con ellos.
Desde la ventana, vemos como se levanta la bruma, y adivinamos las sendas, y presentimos nuestras pisadas.
Turistas en la plaza de La Alberca. Turistas en las calles de Ciudad Rodrigo, sorteando humedades y saboreando las tapas con el vino. Descubrimientos inesperados, y el sosiego del paseo con paraguas prevenido…
El tiempo se esfuma, y nos descubre deseantes. Internarse en un camino, diría quizás Héctor, para ya no regresar. Habitar entre las piedras modeladas por el artista más o menos desconocido y paciente. Resguardarse tras ellas para contemplar el paso de las horas y conversar en su dialecto imposible con pájaros incansables.
Regresar al día de hoy, se impondrá sin duda Enrique. Lidiar con todo y cada cosa para mantenernos en pie.
Y con la boca abierta.
Seamos breves: el tiempo apremia.
Deseemos. Con cada una de nuestras fuerzas.

miércoles, abril 08, 2009

Personajes

Los personajes se cansan de su ser de tinta enfangada. Los nombres se pierden en sí mismos. Quisieran, tal vez, haber quedado atrapados en el contacto frío de las baldosas donde aposentaban sus traseros juveniles para escuchar el permanente disco de los Stones, y tararear Angie con el enardecimiento de cada batalla por librar y ya (ahora) perdida, ser de laberinto en que extraviarse cuando todas las salidas eran aún posibles. Los personajes relajan esfínteres y evacúan soledad aglomerada, codazos para abrir la boca y escucharse rebuznar sabias ansiedades entregadas a su último y consabido destino de silencios elocuentes.
Obligas a los personajes a convertirse en espectros de lengua trabada. Añoras el delirio de la mano que roza por primera vez y desea como todas las veces. Sueñas con la esgrima tenazmente aprendida, hurtando el cuerpo y entreabriendo los labios, disponiendo en formación el ángulo muerto de la esperanza, heredera de tanto despilfarro y convicción.
Los personajes se cansan de ti y tu probada ineptitud. Nosotros no, seguramente porque te queremos, carne de nuestra carne y uña que nos rasca la espalda cuando nos pica, y por eso: nosotros no. Otra semana más queriendo contarles su historia, la apropiada historia que sin duda merecieron vivir bajo otras manos más dispuestas. Y otro mes, y otro año, y otro siglo, y otros tú en el túnel de ceguera adormilada.