Sobre cerdos y margaritas
1
Como era de esperar, al poco tiempo de asomar por este espacio redescubres idénticos obstáculos, reivindicas perezas similares. Pocas cosas a fin de cuentas que decir que no sepamos ya todos los demás: ni tus palabras van a descubrir nada nuevo, ni seguramente lo has pretendido. Romper quizá la barrera de la autocomplacencia y poco más. Narrar tu mundo, explorarlo para desentrañar tesoros ocultos con toda probabilidad tan insignificantes como imaginas, hacer explícitas las intuiciones de alguna vez o las visiones de ese instante lúcido que se escabulle por las ranuras de los conformismos cómodamente dispuestos… Todo eso supone una dedicación y una presencia completa que sigues sin destinarnos, que no podemos solicitar, que no va a suceder nunca.
Pero es que aquellas eran las grandes expectativas… ¿Y las pequeñas? ¿Y los arrebatos? ¿Y las ráfagas de luces cruzadas? No sabemos. Algo cansadas también, quizá, ellas.
2
Sábado por la noche. Espectáculo de calle. Grandes globos con figuras antropomórficas sobrevuelan la avenida repleta. Humanidad en plena exhibición de sí misma: manos que agarran, codos que aprietan, cuerpos que empujan.
Pastor poco bucólico de una treintena de chavales que se han quedado sin actuar (demasiada gente, poca experiencia, mejor no correr el riesgo…), caminas, contemplas y valoras. ¿Quién eres tú para valorar? Pero sí, valoras: algo parecido fueron las fiestas del Barroco. Gran despliegue en medio de la miseria, placer efímero y multitudinario, ego gobernante a rebosar de alegría por haberse conocido… Galimatías del “pueblo”, del “vulgo” necio y lameculos por delante (bella paradoja, pardiez), navaja traidora por detrás y maledicencia siempre…
Teoría de las margaritas, los cerdos y los objetivos ¿culturales? del milenio.
Pastor poco bucólico de una treintena de chavales que se han quedado sin actuar (demasiada gente, poca experiencia, mejor no correr el riesgo…), caminas, contemplas y valoras. ¿Quién eres tú para valorar? Pero sí, valoras: algo parecido fueron las fiestas del Barroco. Gran despliegue en medio de la miseria, placer efímero y multitudinario, ego gobernante a rebosar de alegría por haberse conocido… Galimatías del “pueblo”, del “vulgo” necio y lameculos por delante (bella paradoja, pardiez), navaja traidora por detrás y maledicencia siempre…
Teoría de las margaritas, los cerdos y los objetivos ¿culturales? del milenio.
3
Los media nos tienen asidos por el sitio exacto: a cada uno su sitio. Ese mismo sábado prácticamente todo el pueblo escuchaba el Himno a la Alegría interpretado por los músicos y los coros locales, instalados al pie de la torre de nueva planta que adorna una rotonda, sobre la que las luces y los globos gigantes proyectaban imágenes casi oníricas, al tiempo que veían y escuchaban un super castillo de fuegos artificiales. Mensaje del espectáculo: todos somos ciudadanos, los inmigrantes también son de este pueblo, todos al fin somos inmigrantes… En torno a ti, comentarios pretendidamente humorísticos, citita pura de las últimas idioteces televisivas. Del pretendido mensaje solidario creo que no se enteró nadie. Ni falta que hacía: en los corrales del siglo XVII nadie entendía tampoco los versos de Lope. Pero allí estaban todos. ¡Poder para el pueblo, ya! Iremos buscando anunciantes para los descansos…