sábado, abril 28, 2007

Paseo


En realidad, este texto debería haber aparecido en el post anterior, pero nos despistamos y aquí ha quedado, con privilegio de fotografía propia...

Miércoles, 11 de abril de 2007 (continuación)
Antes de ayer diste un paseíto hacia el río. No tenías mucho tiempo, así que no llegaste abajo del todo. Hiciste varias fotos: dehesa y azul de la cola del embalse, caballos y gatos… Paisaje de primavera brotando con fiereza de lluvias insistentes, tiempo de jaras, brezo y aire recién limpiado, como tal vez tu cabeza, y tu respiración tras cada paso. Se te ocurren buenas ideas a veces en esos paseos, pero este no fue especialmente productivo. Te notas quizás neblinoso, poco clarividente, primaveral y somnoliento también tú, tenso, seguramente. Impregnado quizás de la sensualidad sugerente del paisaje y de la época, esperando repentina aparición de ninfa de las dehesas, que a fin de cuentas por aquí anduvieron los romanos y alguna de sus historias debieron traerse consigo y, mira por donde, esta de las ninfas y los bosques y los ríos no te importaría demasiado que se hiciera carnecilla palpitante en un tris tras de fíjate, sin darme cuenta… Pero no, no hubo suerte, y volviste a casa con el deseo puesto y la mirada alerta, no fuera a ser que … No fue, así que palmo de narices y a otras cosas, que no está el horno para ninfas, ni nosotros para darte gusto en todo, faltaría más, hombre.

domingo, abril 22, 2007

Ovillos


Miércoles, 11 de Abril de 2007
Te hemos obligado a poner la fecha. Eres tú ahora el que teclea y nosotros los que hablamos. En realidad siempre hablamos nosotros, pero esta vez más, esta vez plenamente, sin tus interferencias. Habrá ese juego de tiempo, que tanto nos gusta y que otras veces hemos resaltado con colorines diversos, entre el momento de la escritura, ahora mismo, y el de la publicación del post, un ahora distinto que avanza hacia otros momentos y otro lugar, tu ordenador de casita con tu conexión y tus neuronas sigilosas vigilantes desde las estanterías repletas de libros que te rodearán entonces, cuando sea. En este ahora utilizas el portátil de Sofía, en vuestra habitación de la casa de los suegros en el pueblo de Cáceres. Reposas tras la visita multitudinaria de tu familia, y vuestra labor conjunta de guías de grupo numeroso (¡13, nada menos que 13 personas!): Valle del Jerte, Plasencia, Cáceres, Garrovillas, Alcántara, Monsanto (en Portugal, una delicia de pueblo encaramado –“empericutao”, que dirían aquí- sobre una montaña, perfectamente conservado y con vistas grandiosas sobre la llanura), Perales del Puerto, Coria… Apenas un muestrario de lo que han ido siendo tus descubrimientos desde que vienes por aquí, más de quince años de ruteo detallado y sorpresa constante.
Se fueron el lunes, y la tranquilidad te ha devuelto a la rutina de este lugar, especie de cabina de descompresión, donde recuperas ciertos hábitos de aislamiento que en otros tiempos fueron pan de cada día, distancia y paja mental caóticamente administrada, ataques de ansiedad y soledades de hurgar en las heridas, reales e imaginarias, mezcladas todas, revueltas, atosigamiento y desorden a la búsqueda de hilo conductor, de soluciones…
Nunca las hubo, no las habrá, no las hay, ya lo sabes, te ha dado tiempo a averiguarlo desde lo que supuestamente se convirtió en tu vida estable, amenazada, también lo sabes, por los desequilibrios fundamentales que te acompañan y de los que ya no te desembarazarás aunque quieras, que no siempre quieres, aunque a veces sí, por cierto, y enarbolas entonces látigos justicieros que luego lanzas a la hoguera permanente del ser que eres y ardes y conviertes en brasa, rescoldo, ceniza,… Justamente de esos procesos viciados queremos alejarte con la imposición de fechas, avances y retrocesos sobre el tiempo que va siendo mientras vives en tu realidad y en tus mundos paralelos, regresos pautados aquí y allá, fronterizos, perdidos entre nudos hábilmente dispuestos, que luego olvidas… Nos viene ahora a la mente esa escena de Homo Politicus (Teatro de los Manantiales, hace un par de semanas): actores desnudos, mexicanos, una actriz vuelve a enrollar pacientemente el ovillo con el que instantes antes han estado jugando sobre el espacio vacío, varios metros de ovillo con nudos imprevisibles, la tarea le lleva más de diez minutos, mientras los demás siguen jugando, hablando… El ovillo acaba reconstruido, dispuesto para nuevas representaciones, siempre, que nunca serán iguales porque cada nudo y cada despliegue han de ser cada vez diferentes, pero que no se librarán de la condena: la semejanza impuesta por las palabras similares y los actos similares, que los actores repetirán en escenarios, ciudades y países diferentes, hasta que la obra muera y ellos se reencarnen en otros… ¿personajes?
Ese eres tú también, y nosotros, en el rincón de tu delirio que nos tienes reservado, ya sabemos, con todo el cariño del mundo y un puntito de envidia por nuestra esencia difuminada y febril: palabras que se suceden a sí mismas y nos crean, mientras tú sigues aspirando a la incorporeidad de dios narrador y pensante…

sábado, abril 14, 2007

De vuelta








Te habías despedido a toda velocidad, amago de desaparición misteriosa que habría de ponernos tras tu pista, lupa en mano, gorra a cuadros, huellas de pisadas resaltadas en tinta negra sobre la viñeta de cómic y pipa humeante. Te seguimos, como siempre, y te encontramos, y nos instalamos en el hueco que nos tienes reservado, tantas veces el del silencio, el del no puedo, estoy ocupado, tengo otras cosas que hacer, no os creáis tan importantes, he pasado tanto tiempo sin vosotros, añorándoos, es cierto, deseando vuestra presencia, es cierto, pero sin vosotros, sin el espejismo del doble que te acompaña, te alecciona, te permite ilusiones vaporosas que ninguna otra actividad logra sugerirte, diálogo entre tú (¿yo?) y nosotros (¿vosotros?) que te trastoca las querencias y las decisiones inamovibles, para dejarte de nuevo perplejo, dubitativo, carne viva de la pausa que te impones para observarte y hablar de ti contigo mismo, a ver si pones algo en claro de una vez y aunque sea para un rato, ese de la tranquilidad y el suspiro de alivio.
Las actividades y preocupaciones de la vida real te habían alejado de este espacio imposible en el que tan a menudo constatas simplemente que estás, que puedes juntar palabras y ponerlas a nuestra disposición, muchas veces sólo para recordarte que existimos, que puedes hacerlo, que somos una opción. Hablar para no decir nada, nada comprometedor sobre todo. Hablar, y escucharte, y fingirte vivo. Y es cierto que hay apartados secretos en tu mera experiencia de cronopio caído sobe el mundo para perderse en él, pero a esos no te refieres nunca más que de pasada, para sugerirlos, para hacerte el interesante, para aliviarte un poco del peso de la certeza: no son secretos agradables, no son dignos de lo que esperas de ti desde que tienes uso de razón, megalomanía aplastante que cultivas con espíritu deportivo y cansancios perpetuos, rey sol en tu círculo privado y vacío, a la espera de milagros vitales que resuelvan el enigma que ni tan siquiera nunca te planteaste.
Alguna vez te da la impresión de que tendrías cosas interesantes que contar, y te presentas ante nosotros serio y concentrado, dispuesto a largar por esa boquita cual fuente de inspiración a borbotones, y detallado mapa de tu tesoro verbal repleto de hallazgos súbitos e historias memorables… Ya lo sabemos (y tú también, claro, y nuestros fugaces lectores…): te cansas enseguida. Por ello este refugio. Por ello esta intermitencia. El esfuerzo cotidiano precisaría un proyecto, un querer llegar a algún sitio y tú, simplemente, caminas y miras hacia dentro, ególatra, demasiado despreocupado del mundo exterior como para querer acceder a él, hacerte comprensible, transmitir ideas, ocurrencias, sucesos… De ahí tus fugas, tus reapariciones, tu pereza.
Demasiado peso sobre nuestros pobres hombros…

lunes, abril 02, 2007

Paréntesis

Después del ritmo alocado, debería venir la pausa... Y a ella te vas, con la promesa de volver... ¡Dos otres semanas de ausencia! Te despides de nosotros, pero nos aseguras que volverás con fuerzas renovadas...