miércoles, noviembre 28, 2007

Casa tomada y algunas obsolescencias

Martes, 27 de Noviembre
En tu “casa tomada” recompones la figura tras estos días de veladas hospitalarias… La humanidad doliente de cicatrices, anestesias, gasas, apósitos, sondas, sueros y nolotiles deja paso de nuevo a los hábitos hogareños, aunque ahora la casa esté permanentemente llena de gente. Se resienten, por supuesto, tus rutinas, pero habrá que agradecerlo, buena cara y chaparrones preventivos…
Te das cuenta ahora: siempre preferiste la realidad estilizada a los conatos de ficción. Vestir de palabra alambicada lo cotidiano, “empalabrar” el mundo, que parece así adoptar una segunda piel, ya puramente literaria, al margen de los tiempos y sus cadencias.

Miércoles, 28 de Noviembre
Vuelves, por ejemplo, al trabajo: exhibes tu personaje gruñón, irónico y distante que con tanto éxito te has construido. Quizás lleves demasiados años ya en el mismo centro: ¡desde el 90, nada menos! Tu creación ha tenido tiempo y caldo de cultivo para arraigar y ser carne de boca en boca, de hermano a hermano y desde ahí a los colegas y, ya casi… ¡a los hijos de los primeros alumnos que tuviste (todavía no, pero ya falta poco)! Comodidad y cliché al mismo tiempo. Las canas, la calvicie y la experiencia, que no impiden que estalles cada vez que alguien rompe las mínimas reglas de humanidad necesarias para que este absurdo montaje (¡cientos de adolescentes estabulados en un recinto cerrado durante horas!) tenga algo de sentido.
Te partes de risa estos días cuando lees que los “expertos” califican de “obsoletos” los conocimientos tradicionales (¿leer y escribir, matemáticas elementales, geografía mínima, historia indispensable…?) para hacer la loa de las “nuevas tecnologías”… Piensas precisamente en la capacidad tecnológica de algunos de tus compañeros cibernéticos, a la última en todo lo que sean aparatitos, y ves la cara de tanto pedagogo insigne que no ha visto en su vida un adolescente a menos de treinta metros, y la risa floja cubre de efluvios que se quisieran pestilentes tanta clarividente inteligencia… Menos lobos, estimadas caperucitas, menos lobos, mascullas, al tiempo que los envías a recoger y escardar sabrosos cebollinos intelectuales, siempre siempre muy pero que muy intelectuales. Los cebollinos. Eso.

miércoles, noviembre 21, 2007

De hospitales, perros y vasos de leche

Martes, 20 de Noviembre
Viene al rescate de tus balbuceos (y de nuestro subliminal aburrimiento de años que aún nos arrastran contigo…) el teatro, como tantas veces. Dos “acontecimientos” en cinco días, y el previsto encierro hospitalario (a Sofía le extirpan una tribu entera de miomas puñeteros) suspendido hoy y pospuesto hasta pasado mañana: los médicos también se ponen enfermos… Días, pues, atiborrados, con los suegros en casa y las intimidades patas arriba.

Miércoles, 21 de Noviembre
A punto de re-ingresar en el hospital (algún capítulo habrás de dedicar íntegro algún día a tu flagrante contradicción sanitaria: como funcionario público disfrutas de la posibilidad de acogerte a los servicios de compañías privadas, que te evitan colas, esperas y mandangas burocráticas…con lo que te tienes que meter tu defensa de lo público por donde te quepa, a riesgo de pasar por imbécil y tragarte las colas y los infiernos tercermundistas de la seguridad social, de los que también tienes buenas ganas de hablar cada vez que nuestros inefables gestores de lo público sacan a pasear sus yates por la marina de la America´s Cup…), nos pones a escuchar a marchas forzadas tus impresiones. Jueves, 15 de Noviembre, en Los Manantiales, como tantas veces: Trece años sin aceitunas, de El Canto de la Cabra, de Madrid. Es la segunda vez que los ves, pero la primera, hace ya unos cuantos años, se te quedó bien grabada. A Sofía esta vez le han decepcionado un poco. A ti no. “Que sabremos nosotros de dolor. Qué sabremos de arte. Hablamos de arte como podemos hablar de la calidad de una chirimoya. Qué sabremos nosotros de chirimoyas, de un estado del alma, del alma extraviada, no curada, de un cuerpo enfermo que quiere sanar. Que nadie nos pregunte qué estamos haciendo, qué sabremos nosotros de respuestas, qué sabremos de chirimoyas”. A partir de aquí, escenas despojadas, minimalistas. La mejor: después de un recitado sandunguero de la fábula de la lechera, Juan Úbeda nos mantiene con la mirada fija sobre un cántaro de leche que vacía sobre un vaso puesto en el suelo, desde un metro de altura. La leche va rebosando, espumeante, del vaso, construyendo al derramarse un dibujo imprevisible sobre el suelo: puro arte conceptual. Cinco minutos aproximadamente… Cuando acaba, dice: “Si alguien quiere ir a orinar este es el momento oportuno”.
El Viernes os fuisteis a Madrid. Mañanita de Prado, mezclados con la multitud repentinamente interesada por el arte que abarrota el espacio nuevo de los Jerónimos. El paseo por Chueca, después, y más tarde hasta Lavapiés: mil madrides en uno, después de todo. En el Teatro Valle-Inclán está Angélica Liddell: Perro muerto en tintorería: los fuertes. También la viste hace unos años, justamente en los Manantiales, y te impresionó, justamente con un montaje que está programado también en el Valle Inclán para más adelante (¿febrero?... no recuerdas el mes): El año de Ricardo, su particular versión de Ricardo III. ¡Angélica Liddell en un teatro nacional! Este es el principio de la obra. No describiré el escenario, mejor la sorpresa. Después de cargarse una silla a hachazos (la justificación tampoco la explico: ¡hay que verlo!), la actriz-autora-directora dice lo siguiente (por supuesto, me compré el libro con el texto): “Soy un puto resentido y un puto inadaptado, soy un puto actor que hace de perro por una puta vez en su puta vida después de las cucarachas en un Teatro Nacional porque un perro cobra más que un puto actor. Eso dijeron en el Teatro Nacional. (…) Y la directora hija de puta decidió sustituir al perro real por un puto actor. Y después decidió interpretar ella misma al puto perro porque ella misma es el puto perro hijo de la gran puta, después de las cucarachas. Y ningún puto actor de mierda que no sea la directora hija de puta puede decir estas frases con más odio con más angustia y más dolor en un Teatro Nacional. Estas frases corresponden únicamente a la directora hija de puta, reina del África de los putos actores de mierda, y degollada por los putos actores de mierda, mientras cobre un sueldo de un Teatro Nacional. ¡Jódete! ¡Contradícete!”. Lo dice mascullando cada palabra, con una dicción y una fuerza que no has visto todavía en ningún otro lugar, en ningún otro actor. Tres horas después, acaba el festín. Brutal. Lúcido. Materia interminable para repensar mil veces la violencia, el miedo, nuestra mierda complacida.
Se te hace la hora: os vais al Hospital. El puto progre funcionario se echa en los brazos de todas las Adeslas que en el mundo son… Esperamos ansiosos vuestro regreso…

miércoles, noviembre 14, 2007

Desde el deshielo

Viernes, 9 de Noviembre
1
Comenzaste muy joven a practicar este ejercicio, tantas veces bajo estímulos humeantes, cultivables, regables y podables en su época indicada. Abandonaste el hábito durante la glaciación central: la que te condujo hasta los presentes deshielos y la mortandad neuronal cada día verificable en tus olvidos y memorias selectivas, que te dejan con el santo aquí y tú en el cielo, verborreico de silencios atascados, levantando cabeza y flequillo (ubi sunt, flequillo, melenas y barbotas puestas a remojar antes del vigente desierto occipital –“atención, la rima, por esta vez, es consentida y provocada”, nos adviertes…) para mirar sin disimulos la chuleta que debe de andar por algún sitio, que yo la puse ahí…
Rejuvenece, sitúa, acomoda en el lugar que ha de ser este recuperar la total seguridad en que, bolígrafo en ristre, las palabras van a ir asomando sin esfuerzo, a pesar de la advertencia, folio en blanco, de todas las sensateces: “nunca has tenido nada que decir”…
-Mentira, mentira cochina: ¡ya he llenado medio folio, y las hormiguitas siguen avanzando hacia la madriguera y la sonrisa del hurón recolector, las hienas de la media sonrisa simulada y el despertador timbrazo y tentetieso: vuelve, vuelve, son las seis! Un soneto me mandó hacer Violante, o como leches fuera…
Lo prefieres, nos dices. Si planificas vuelves a tus llantos y alaridos. Si no, divagas, flotas en auto-alucinaciones inducidas. Aprendiste a dejar fluir el no control sin descuidar ni una sola de tus posiciones vigilantes. ¿Lo llaman acaso madurez? ¿Será quizás putrefacción? What will be, will be, wherever etc.? Mira, va a ser que Hitchcock y algunas rubias no estarían de más tampoco aquí y, quién sabe, torturas a picotazo limpio para recuperar la noción de espectáculo y agresión sensacionalista, diversa y montaraz… Fácil, fácil, fácil: desde el vértigo hasta los vuelos rasantes de las avionetas y el vaso de leche iluminado y, sí, la pierna enyesada y, y, y… Demasiado fácil. Braceas, te apartas y punto
y aparte. Dos.

2
Miércoles, 13 de Noviembre
Dijiste que dos, así que obligado a un dos. Tecleas ahora: líneas rojas de corrector a cada instante. Poco acostumbrado al libre divagar electrónico, ya nos lo dijiste: tinta y muñeca, olor a papel, solidez y superficie… Es seguramente la condena: a eternidades evanescentes, a sombras de nada por aquí, ¿nada por allá?, a ectoplasma con sabor a fresa y urgencias que lo dejan todo para mañana, si es posible, y si no… Pues no.

viernes, noviembre 09, 2007

Paseos

Martes, 6 de Noviembre
…Y ya vas planteándote hablarnos siempre así, como desde la niebla y las grisuras y los elementos no identificados aunque fluyentes corriéndonos entre los pies y no sé cuántas porquerías más que nos hicieran/hiciesen arrugar la nariz y los espasmos pseudos-rítmicos de estas espaldas que pesan y se lamentan con dolorcillos viajantes, de los riñones a los omoplatos y vuelta a empezar… y la cama no puede ser porque es casi nueva, y entonces el catarro en pleno puente y la garganta afilada por un berrido de más en el ensayo del miércoles, pero tú disfruta, que estás en Las Pedroñeras comiendo en Las Rejas, un festín del carajo, aunque el vino con la garganta así se aprecia peor… Hasta os permitís ponerle algún pero (el crujiente de morteruelo no crujía, el bocadito de queso rebozado no sabía nada a queso, al salmonete con su suquet le sobraba la mayonesa…), y quejaros de que no tengan previsto un rincón para fumarse el purito con el café… ¡que comer aquí sale por una pasta, hombre, un poquito de savoir-faire tampoco iría mal! Pero estaba todo tan bueno… Y luego esos lugares que parece que os inventáis para ir de vacaciones: la casa rural en Mota del Cuervo, preciosa, en plena Plaza, y tranquila para pasar la tarde digiriendo el comidazo, leyendo la prensa en los sillones del salón; el paseo por el pueblo esa mañana, o las cervecitas por la noche para rematar el día bien temprano, a la camita, a acumular energías desperdigadas; la Plaza Mayor de Villarrobledo, a un tiro de piedra, y las casas señoriales, y el Mercado en ruinas a punto de rehabilitar, esperamos; la super-plaza de San Clemente con sus edificios renacentistas, que os dejan con la boca abierta y la estupefacción de que apenas nadie sepa que todo esto está aquí, a tiro de piedra, al ladito, hombre…
Afiebrado pero encantado de la vida, añades el lunes al puente para acabar de recuperarte, y nos cuentas, con la boca quizás despejada de salivas goteantes, dando tragones de enfermillo poco imaginario, feliz por su travesura: ¡un día, has faltado un día al trabajo! Parece que vas entendiendo en qué consiste esto…

Viernes, 9 de Noviembre
Decides que no añadirás ni una palabra más. ¡Perezoso absoluto!