martes, octubre 31, 2006

Trenes

Los trenes. Has vuelto a pensar en ellos, tras recordar las mini-excursiones de las tardes melancólicas, sedientas de golpear de olas y figuras solitarias desdibujadas a contraluz sobre la arena… Hasta ese rincón de la playa se llegaba en el trenet, que se cogía en la vieja Estación de Madera. El trayecto atravesaba entonces la periferia de la ciudad, con restos todavía de huerta. Hoy es la línea 4 del Metro: tranvía que aprovecha las antiguas vías, cargado de estudiantes del Politécnico… Y ese rincón de playa se lo comió el puerto, voraz zampabollos con vocación destructora. Ya se llevaron por delante la casita de tus abuelos, en la zona de huerta de La Punta, que ahora es un almacén pseudo clandestino de contenedores. Y ya hace tiempo que en su nombre devoraron la playa de Nazaret, donde “empinabas el cachirulo” (“volabas la cometa”, para los malpensados) en pascua, con el pe’azo bestia de tu primo, experto en construcciones con caña seca y en martirizar al perro del abuelo…
Los trenes. El tren de Cullera, en verano, algún tiempo más tarde. Tu primer año de vida independiente, tu primer año de Universidad, tu primera crisis de mandarlo todo a la mierda para no sabías bien qué… Exámenes en Junio superpuestos al trabajo de verano en un bar de Cullera. Y a través de las ventanillas, los arrozales que durante esos tres meses desplegaron toda su variación, desde el verde apenas entrevisto que empezaba a asomar sobre el agua hasta el amarillo pajizo que el aire veraniego movía, como en esa imagen del Gaspar Hauser de Herzog, con el adagio de Albinoni de fondo (¿o era el Canon de Pachelbel?)… En un extremo de la línea te esperaba Aurora, breves encuentros ansiosos, tras semanas enteras de furioso intercambio de cartas… ¡Cartas, nada menos que cartas, con su sobre y con sus sellos, que tardaban días en cubrir los apenas 40 km. de campos inundados!
Los trenes. El rápido nocturno Valencia-Madrid, del que te hiciste asiduo durante algunos añitos, puntuados por largas visitas a tus amistades villa-cortesanas, osomadroñeras, o como leches quieras que lo digamos (sólo por llamar la atención, reconócelo: el guión no lo justifica…). Las noches en el departamento de literas, viendo pasar la oscuridad traqueteante, hasta las madrugadas, puro Baroja, de lenta aproximación al monstruo urbano, con todas sus decrepitudes, purulencias, óxidos y tripas extendidas, expuestas a tu contemplación como sólo desde un tren puede hacerse, trastienda enferma de tanto despliegue y oropel…
Los trenes. El viaje a Florencia en tren aprovechando una huelga ferroviaria francesa… Las mil y una aventuras en tránsito. Grupo de españolitos apiñado en el pasillo (tú con tu billete de litera a buen recaudo), porque el único tren que pasó iba asardinado hasta los topes… Y aquella señora tan fina que a eso de las siete de la mañana, ante el espectáculo de los cuerpos arrebujados en el suelo, abrió la puerta del compartimento de literas y dijo, con tono de enfado condescendiente: “¿y por dónde paso yo ahora?” (o algo así, porque lo dijo en francés y tú estabas medio dormido…). Todo lo remedió la impresión que te produjo, bastantes horas más tarde, desembocar de repente (tras instalarte en el hotelito que encontraste también de milagro, en la oficina de la estación…) en la plaza del Duomo… ¡Ay, Florencia hace más de veinte años!
Los trenes. Seis de la mañana en Budapest. Año 89. Muro en pie. Fugas constantes desde Alemania del Este. Vagones chorreantes a los que acaban de pasar la manguera: ¡ese es el vuestro! Registros concienzudos. Croacia, de paso: paisaje de vías con soldaditos de uniforme que fuman, extensión de campos con mujeres enlutadas azada en mano… Aún no estás seguro de no haber estado soñando durante todo el trayecto, sueño en blanco y negro o Rossellini transterrado…
Los trenes. Los mismos que ahora utilizas cada vez menos. Los trenes a los que matan con sobredosis de altas velocidades y gilipolleces de todos los colores, pero bien caras, que se jodan los que no quieran carretera, atasco y borregada. Que se jodan los pueblos que se quedaron con una estación fantasmalmente inútil, en medio de la nada. Que se jodan porque el mundo, te dicen, nos dicen, les dicen… está bien hecho.

12 Comments:

Blogger Marga said...

Es curioso, los trenes se asocian en mi cabeza a las cartas, eran por la misma época.. ahora todo es más rápido, correos inmediatos y trenes de alta velocidad cuando no aviones pero yo sigo añorando aquellos expresos nocturnos en los que permitian fumar en un pasillo, apelotonados la chiquilleria, a veces huyendo del revisor porque siempre había alguno que se negaba a comprar el billete, viendo pasar el tiempo a la misma velocidad que los campos.

Todo más lento y me gustaba... ayssssss.

Besossssss piiii chucuchucuchuuuuuuu

1:40 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

Todo más lento... ¡Y se leía muchísimo en los trenes! Ya podemos quejarnos, ya... Más besos traqueteantes...

2:35 p. m.  
Blogger La Turca y sus viajes said...

Hola!!!!!!!!!!!!!

Me agrada mucho lo que has escrito sobre los trenes. Por aquí no tenemos trenes balas ni de alta velocidad, la mayoría de las personas preferimos usar el colectivos, porque sus vías están un tanto deterioradas, algunos estudiantes y personas de menos recursos lo usas, ya que el boleto es barato a comparación de otro transporte. Pero si tenemos trenes turísticos, los cuales también son usados por lugareños. Algunos de ellos están en mi blog.

Besos de MIRTA

4:07 p. m.  
Blogger Fortunata said...

Me hiciste recordar
"El trenet" si me acuerdo habia uno que pasaba por la costa de Alicante.... durante cinco años vivi en por la zona de Altea y tome innumerables veces el tren y sus literas(mi favorita era la de en medio, cerca de la ventana) Abria los ojos soñolientos cada vez que paraba en una de las estaciones en la que en horas intespestivas todavia subia gente.
Y tambien me recorrí Italia a base de subir y bajar de trenes... Y todo por la misma época.
Me gusto el poema que te selecionó "gran chester"
Un abrazo

2:04 a. m.  
Blogger Cronopio444 said...

Saludos, Mirta, ya visité tu página. Me trajiste recuerdos patagónicos... besos.

Fortunata, yo viví en La Vila de niño, y ese tren costero lo usé en alguna ocasión... Hace poco estuve por allí: ¡bonito panorama de montañas edificadas hasta el tuétano! n abrazo, y gracias por tu visita.

1:05 p. m.  
Blogger NBIS said...

La velocidad estrepitosa a la que nos quieren acostumbrar es una excusa más para que no nos detengamos a disfrutar nuestra visa. Por suerte aquí en Argentina (suerte del subdesarrollo), todavía tardamos en ir de in lugar a otro. Los trenes precarios, obsoletos y ruidosos nos permiten avernos quedado en el tiempo, dándonos lentitud donde todo es velocidad.
Muy bueno tu blog.

Saludos.

1:35 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

La lentitud, Norberto, debería haber sido, precisamente, una de las grandes re-conquistas del verdadero desarrollo... La lentitud entendida como placer y disfrute, no como sufrimiento impuesto por las condiciones infra-humanas de vida, claro... Esa es, probablemente, una de las grandes peleas de la humanidad, siempre doliente. Un abrazo, y gracias por tu comentario.

3:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me encanta el ritmo del tren acompañado por hojas en blanco un lápiz ávido por escribir. Cariños.

10:17 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Esa imponente máquina con su misterio, el sonido del silbato, y uno saltando, jugando rayuelas, antes de subir al tren y de mirar por la ventanilla con gran alegría...

el pasillo del tren, el lugar con mesa para poner la merienda, las conversaciones en tren que eran especiales, en medio del movimiento, ese trayecto pleno de signos, alguna pregunta alojada en la mente, una inquietud o más y el anhelo por volver a subir otra vez al tren :)

tu post me llevó a esos años de trenes, saltando el tiempo, luego vendrían los subterráneos, la estación del metro y otras historias

gracias por el recorrido, a ver si virtualmente tomamos moka :)

un gran salute

4:01 a. m.  
Blogger Cronopio444 said...

Amapola, con el traqueteo no era tan fácil escribir, pero sí, lo conseguíamos... ¡Otra habilidad para el católogo de habilidades en peligro de extinción! Cariños compartidos.

Vir, creo que llevamos ya unos cuantos mokas virtuales compartidos, tomados un poco así como quien no quiere la cosa... Sucede que es tan natural, que creo que apenas nos damos cuenta: el saborcito se nos va colando por las entretelas como si tal cosa... El recorrido sigue, aunque los viajes los vayamos haciendo ya de otras maneras... ¡Qué ganas de los trencitos del Perú! Abrazos.

4:24 p. m.  
Blogger Reaño said...

tenía 4 años y mi padre me llevó de paseo por tren. Salía de la estación de "Desamparados" en el centro de Lima y enrumbaba a los campos que rodean, a dos horas la ciudad: Chosica...
Hoy ese tren no existe más, pero me hiciste recordarlo y te lo agradezco.

11:10 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

Reaño, este es el tercer intento de saludarte... Te decía que es una pena, que ya no podré subir en ese tren cuando vaya por allí... Ya tengo algún proyecto... ¡Un abrazo!

9:56 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home