sábado, septiembre 09, 2006

Bodegón: ¡empanada!

¿Caso de conciencia?
¿Romper tus propias reglas?
¿Revolcarte alegremente, habrá que decir, sobre simulacro de excremento alimenticio?
¿Liberar energías y conceptos sabia y duraderamente aquilatados en los tiempos de reflexión y Maricastaña?
O mejor, nada de todo eso.
Seguir vivo y viviendo, quizás con algún auricular conectado a los cantos de sirena, y alguna pantalla con visión directa del infierno-rave, escandalosa conga de diablos al ritmo amoratado de, por ejemplo, un Tom Waits con cuernecillos.
Es parte de un discurso que necesitas dirigirte a ti mismo, nos dices, para quedarte algo más tranquilo. Estuviste rumiando historias como la de Ángela (¡y hay para elegir, triturar, descartar, reinventar, ocultar, disimular…!), vista atrás, pasado-pasadete, y empezaste a preguntarte si no estarías provocándote a propósito tortícolis traicioneras con los presentes-futuros, fingiendo quizás un fin de las historias con resumen precipitado, y disfraz de urgente anciano con derecho a residencia. Pero creemos que ya te lo habíamos dicho: a nosotros no nos vas a engañar de un modo tan lindamente zafio, caballerete. Ni a ti mismo.
¿Por qué, tantas veces, te miras al espejo y sigues viendo a alguien bastante parecido al que fuiste, más o menos, en el 85, con el espectacular añadido de unas canas por aquí, una buena barriga por allá, más pelos por algún lado, menos por otro, y dosis variables de mala leche, no necesariamente destilada ni filtrada por las décadas saltarinas, ni las semanas zumbonas, ni las estaciones en sucesión tranquila, diz que inexorable? ¿Estás verdaderamente seguro de seguir siendo tú, de no ser otro –cualquiera de nosotros, por ejemplo, travestido para la ocasión? ¿Tan fácil te parece reconocerte a ti mismo en el que eres, dotado como estás para el olvido, el abandono, el salto hacia delante sin prisioneros de la memoria, la transformación y el partir de cero, refugiado en la modorra por la que te dejas invadir, acunado por el sonido del oleaje del tiempo, mar brumoso y persistente que casi todo lo sepulta, lo anega en grises de monotonía, en azules de rutinas que te has ido trabajando con furores de verdadero converso: militante de los días iguales a sí mismos, que te eviten la sorpresa de mirarte (¿mirarnos?) cara a cara, con gesto de primer día e inciertas intenciones?
Y después: la paradoja. Justamente el rumor del transcurso como único nexo. Tú, emergiendo, en lugares diferentes, con gentes diferentes. Finalmente: tú, de nuevo, instalado ahora en un bajo continuo, entonando parece que a perpetuidad la misma melodía, con apenas variaciones improvisadas por metales disonantes (precisamente: ¿Charlie Parker irrumpiendo en una boda gitana?). Nos lo quieres poner difícil, pero es mucho más sencillo: te has automedicado. Te administras ingentes cantidades de analgésicos aquí-no-pasa-nada que te permiten reconocerte en tu balsa de aguas petrificadas. ¡No se mueva nada! De puntillas, clavando sobre el barro los enormes dedos de los pies, como de dibujos animados, y el gesto sobre la boca: shut up! Y don’t worry be happy y no se cuántas memeces más, internacionalmente reputadas: ¡viva el refranero! Porque el que no se consuela es porque no quiere. Y tú no quieres. Y entonces: ¿qué quieres, de qué nos estás hablando, qué leches te pasa, adónde quieres ir a parar si es que vas a parar de una puñetera vez y a dejar de enlazar preguntas de cáscara vacía o fruto negro, seco, nuez helada, sonrisa académica, rictus de fíjate, qué interesante soy y cuánto sufro…? Y aquí vendría muy bien un racial “¡Hostia, ya, tío, ya está bien!”. Ya está bien…Por hoy.

2 Comments:

Blogger Marga said...

Fijate cuanto sufro pero y... lo interesante que me hace? jajajaja, el saco de la memoria, eso sí negado a los que aprendieron a reirse de sí mismos y a no engañarse (o sólo lo justo en ambos casos que héroes quedan pocos y yo paso).

Intento situarme por paralelismos, que hacía yo en el 85? iré más allá, que hacía yo ayer? (esto es senilidad mía y propia, sorry)...

Y el transcurso soy yo (y cualquiera) pero nos faltan los márgenes. Y Capullo de Jerez (juro que se llama así, no es mi mala lengua!) viene a tocar con Morrison.

Besosssssss con plataformas. Joder tía, ya está bien!

8:57 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

¿Con plataformas? ¿En el 85? Seguramente....
Conozco de oídas a Capullo de Jerez. Las mezclas musicales me encantan, incluso algunas que parecen tomadas por los pelos y algo gratuitas... Recuerdo una de las primeras que pude ver en directo... Debía ser la época de Disidenten, nada menos, pero por aquí andaba el Lebrijano (¡y sigue...!) haciendo experimentos con la Orquesta Andalusí de Tánger...Y aún no se había inventado el mestizaje... De todas fromas yo últimamente ando flipado con los músicos africanos...
Vale, besos de punto y coma...

4:22 p. m.  

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