Veo, veo...
Estás enredándote, presientes, en la malla vacilante de la duda, inquieta. Dudas de ti, dudas de nosotros, dudas del medio, del mensajero y del público con tentación de boquiabierto, babosillo, fulgurante… Las sobredosis de escenario te hacen verte muchas veces como actor que despliega su comedia, más bien su feria (variante urgente del teatro contemporáneo, que pierde su distancia para convertise en contacto…), con ánimo de vendedor de coches raudos como el viento y bellos como patatas esculpidas por fidias de ocasión, borrachitos, porrones enhiestos que sobrevuelan los gaznates… bla, bla, bla…. Y encadenas entonces sandeces sin fin que oculten el vacío en que te mueves y respiras. Demasiadas cosas, demasiadas cosas. Todas esas historias que aún no has contado y que casi nunca te apetece contar, porque nunca puedes pararte lo suficiente. Con ánimo efectivamente de narración trabajada, de búsqueda de hilos conductores que reúnan los fragmentos, que den sentido a lo que no puede tenerlo, ya lo dijiste alguna vez, porque las vidas, los recuerdos, las invenciones caminan sin dirección, retroceden, giran, amagan y engañan cada vez, como si tuvieran voluntad, como si quisieran dejarnos a nosotros sin ella, sin voluntad, sin decisión, como si alguna vez la hubiéramos tenido, como si existiera algún dios, Dionisos, te repites, Dionisos y Baco y vamos a hacer ahora la versión USA, y que salga Tom Cruise (bonito panorama)…
Detienes el tecleo. Relees. Si hubiera un espejo, te mirarías en él. Enseñarías diente por diente en una ficción de sonrisa. Te dirigirías directamente al público (¡muerte a la cuarta pared!), pensarías si se puede hacer alguna verdadera barbaridad que no sea jugueteo para iniciados (ya ves, que brutito es el nene…)… y no. Eso necesita esfuerzo, trabajo, lo sabes de sobra y no, no hay tiempo para eso, lo siento, señor, no hay tiempo… Esa es, adviertes, la permanente historia que te cuentas desde que alguna vez empezaste a imaginar que te contabas historias y que después nos las contabas a nosotros: la historia de cómo nunca puedes contarte correctamente las historias sobre como deberías contar las historias… Demasiada semiótica, caballerete, exquisita formación en balbuceos técnicos de inmaculada languidez estructural y sangre de horchata. Si va a ser cierto al final: ¡que le corten la cabeza!
Y se la cortaron…
Detienes el tecleo. Relees. Si hubiera un espejo, te mirarías en él. Enseñarías diente por diente en una ficción de sonrisa. Te dirigirías directamente al público (¡muerte a la cuarta pared!), pensarías si se puede hacer alguna verdadera barbaridad que no sea jugueteo para iniciados (ya ves, que brutito es el nene…)… y no. Eso necesita esfuerzo, trabajo, lo sabes de sobra y no, no hay tiempo para eso, lo siento, señor, no hay tiempo… Esa es, adviertes, la permanente historia que te cuentas desde que alguna vez empezaste a imaginar que te contabas historias y que después nos las contabas a nosotros: la historia de cómo nunca puedes contarte correctamente las historias sobre como deberías contar las historias… Demasiada semiótica, caballerete, exquisita formación en balbuceos técnicos de inmaculada languidez estructural y sangre de horchata. Si va a ser cierto al final: ¡que le corten la cabeza!
Y se la cortaron…
11 Comments:
Lo reconozco, esta vez me he perdido del todo, necesito mapa. Ni siquiera mi subconsciente jugueton viene a ayudarme, quizá con la luz del día lo vea algo más claro y consiga no perderme en el laberinto. Besos de la Reina Blanca , aunque mi heroé siempre fuera el sombrerero.
Eso nos pasa por no haber matado al profesor de filosofía cuando nos mandó a leer Descartes... (pero no, no podíamos saberlo)
Lo reconozco, liamtxu, hay días que no me entiendo ni yo... Probablemente porque las claves van quedando por el camino... ¡Tendrías que repasar todos los posts de este blog, uno detrás de otro, y ni aun así! Creo que no se lo deseo ni a mi mejor enemigo (ni siquiera a mi peor amigo...). Besos de peón... a veces caminero.
Yo lo intenté, reaño... Era profesora y se llamaba Angustias... Aún recuerdo que en un examen contesté con un esquema bien apretadito, por pereza de desarrollarlo... Pero era un buen esquema y me aprobó... Un abrazo.
Una cosita, con qué letrita, empieza, empieza por la...
Mercaderes con semiótica somos todos, horchata en la boca... las dudas con chufas son mejor?
Nada de cortarse la cabeza, de momento...
Besossssss-Baco
¿Con la cabeza cortada se piensa mejor, marga? Tremenda duda existencial... Besos con sabor a dioses varios, todos ellos bien juerguistas, por si acaso...
Hola!!!!!!!!!!!!!!
No es fácil, tengo que estar con todas mis neuronal atentas, esto no es un juego de niños.
Me gusta porque tengo que estar muy atenta al leerte.
Un besote en vigilia.
Este texto es embriagante, me va llevando por pasillos donde cada palabra, va
acercando las paredes, asfixia.
Lo beso Cronopio.
Pd. que nombre para una profe de filo, Angustias :)
Tus palabras, cada una es una historia, cada historia un sentimiento y yo que me ahogo de tanto imaginar. Me ha fascinado tu relato.
Gracias, común, por tu atención... Besotes para descansar mejor...
"Qué asco", decía un compañero cuando pronunciaba su nombre la profe, Malena... En fin, de todas las asfixias vamos saliendo... Besazos
Gracias, paula...Hacía tiempo que no nos visitábamos... Un beso
Un sim´bólico corte de cabeza para que luego ésat se restituya por una fresca
:) renacimiento de la inteligencia y el plexus sensitivo...
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