lunes, enero 08, 2007

Exhibiciones

Has notado, en los últimos tiempos, que suele resultar más efectivo comenzar a hablarnos sin saber previamente de qué quieres hablar. Es como sí la obligación auto impuesta te limitara, te frenara, te bloqueara, esa es probablemente la expresión precisa: bloquear, aturdir, inmovilizar… La vida y las palabras fluyen, piensas quizá para ti; elegir un tema es sin duda dejar a un lado innecesariamente todos los demás y, a fin de cuentas, como buen ególatra, nada de lo tuyo te es ajeno, nada merece semejante desprecio, olvido, remisión a los márgenes del silencio que bulle activo por debajo de las palabras pronunciadas o escritas. Así, has decidido hoy simplemente hablar, sin saber de qué, sin saber siquiera si nos hablas a nosotros o hablas contigo mismo, tu mejor amigo, tu peor enemigo cuando vienen mal dadas, cuando te miras al espejo e irremediablemente te ves, percibes al otro lado de tus propios ojos a esos otros que simultáneamente eres, fuente de envidia a veces, fuente de desasosiego tantas otras.
Funcionaría entonces como arma perfecta la urgencia del poema (los poemas que “se le vienen” al protagonista de Nieve, de Pamuk, en las situaciones más tragicómicamente inadecuadas, buen ejemplo de actitud onanista ante la vida y la experiencia). Pero los poemas tienen límites, o deberían tenerlos, nos dices ahora a nosotros: entre el principio y el fin, el objeto completo que ha de ser desentrañado, el mecanismo, el engranaje que atrapa el tiempo en un fulgor inmovilizado por la mirada que el espejo te sigue devolviendo… Cierto, te contestamos. Es lo que hacemos nosotros contigo tantas veces: convertimos tus delirios en trozos de prosa autónoma, trufada de ritmos involuntarios, de decisiones ajenas a ti y diríamos que ajenas a nosotros, si pudiéramos saber quiénes somos, criaturas al fin de tu divagar trucado, de tu búsqueda tramposa de asideros, de justificaciones , de “escribe uno para que lo quieran” que decía, si no recordamos mal, Bryce Echenique en alguna de sus novelas-hondonada. Y los fragmentos de prosa autónoma no dejan de ser poemas imperfectos, proyectos apresurados y sin limar que quedan ahí, expuestos a su propia intemperie, a su doble exhibición de pereza y pánico a la verdadera indagación, la que debería dejarte desnudo frente a tus réplicas, frente a tus yoes afilados, críticos, sarcásticos, payasos, crueles, humanos en cada una de sus versiones siempre adulteradas.
Hablar sin saber de qué vas a hablar… ¡Mentir sabiendo que mientes! Exhibición es seguramente la palabra clave. Querrías, nos parece, exhibirte con toda la impudicia que te pide el cuerpo y te limita la razón. Buscar en tus tripas el elemento de anormalidad monstruosa, el horror, la bestia incontrolada. Poner esas tripas tuyas tan lindamente excepcionales a airear ante el espejito-espejito y darte entero a la audiencia, al espectador más o menos profesional, más o menos dotado para los matices de esa delicada operación de orfebrerías sanguinolentas, calientes, apestosas (hedor de intestino grueso repleto de inmundicias, mezcla equilibrada de sangres, mierdas y orines trabajados puntillosamente, esforzadamente, con un amor que sólo puede experimentar el que a sí mismo se odia hasta el orgasmo, exasperadamente retenido –por cierto: ¿no hay semen en la deliciosa mezcla intestinal?).
Pero eso no vas a hacerlo nunca. No lo dudes: encontrarías si buscaras. Lo presientes tú, lo sabemos nosotros. Quien busca siempre encuentra: somos todo y de todo somos capaces, basta con empeñarnos en ello, con ejercitarnos en la creación y contemplación de abismos, que uno podrá después regurgitar para disfrute de la humanidad ansiosa de monstruos, de seres anormales que la reconforten. Edipos de cuencas sangrantes y alfileres enhiestos: aplauso liberador del graderío puesto en pie y conservado en formol hasta el fin de los tiempos. Pero eso no vas a hacerlo. No puedes. Eres cobarde. No quieres hacerlo. Tu lugar está del lado de acá, el de la normalidad, el de la tranquilidad del funcionario con los pies en el suelo y la cabeza en las nubes, que estira el cuello en busca de otros aires menos viciados, y descubre (¡oh hallazgo tan difícil de asumir!) que su cuello, su tronco, sus pies y su nariz son una misma cosa, suya, propia, inseparable a menos que uno ejerza esa cirugía tan sospechosa de narcisismo divino de la que nos hablabas antes….
¿Continuará?

9 Comments:

Blogger Marga said...

Exhibicionismo, narcisismo (umm como me vuelan últimamente entre mis dudas), escribir para que nos quieran o para que nos odien, misma razón del mismo ombliguismo ante el espejo pero no... no transgrediremos más de las capas necesarias por más que a veces deseemos hacerlo... e intuyo que el propio espanto sería mayor al ajeno. Una vez pensé que como un bufón podría exponer mis entrañas pero me equivoqué...

Aún así... tú si que tienes arte al exhibirte, osú y olé!!!

Besosssssss encantada de los martes cronopiadores

3:28 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

Esto, Marga, ya casi se está convirtiendo en un show privado... pero da gusto tener tan buena lectora, y tan agradecida. Los días de descanso han dado para abundar aún más en el tema, pero mejor dosificarse, que luego no queda sitio en el mundo para tanto conejo apresurado. Besazos de Cheshire contemplativo

5:34 p. m.  
Blogger Liamtxu said...

Exhibicionismo??? Quizá ante uno mismo, porque se escribe para uno mismo, aunque haya lectores, que importa su opinión si la que más cuenta es la propia? que más da que nos ensalcen o nos echen por tierra, si tu antes ya has hecho tu propio veredicto?? Quizas no entiendan lo que realmente queremos decir, o lo entiendan mejor que nosotros mismos, el caso es poder sacar de dentro algo que muchas veces ni nosotros mismos sabemos que esta alli....

11:25 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

".....el que busca encuentra,somos todo y de todo somos capaces..."
en esa búsqueda estoy
literalmente hablando.
Creo fuertemente en los límites de la razón y en la conciencia que encadena.
Me gusta detenerme a observar ese abismo del que hablas y oscilar entre el mundo de la normalidad y la locura que oculta la profundidad.

Gracias por tu amable visita.

2:17 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

De eso se trata, sí, liamtxu, de la búsqueda permanente, que a veces nos desespera con escasez de hallazgos... Me alegra volverte a leer por aquí... Besos.

Equilibristas y saltarines al borde del abismo, Amber, sabiendo perfectamente que no vamos a caer en él. Eso a veces es divertido, pero otras veces... En fin bienvenida, y gracias compartidas...

6:09 p. m.  
Blogger NBIS said...

Siempre estamos eligiendo, y porque no?
Elegir es parte de la libertad, de la misma manera que cambiar de rumbo en el medio del río, excelente día, rojo furiosos, ansiosas almas, muerte, fauces, la magia es el alimentos del alma, ayer soñé, nunca muero, flor ecuestre, ceguera.

Saludos.

1:25 a. m.  
Blogger Cronopio444 said...

No siempre, Norberto elegimos libremente. Las elecciones son a veces enormes trampas para ratones despistados... Un abrazo.

8:57 a. m.  
Blogger La Turca y sus viajes said...

Hola!!!!!!!!!!!

CRONOPIO, cuanta razón tienes, trampas dirigidas por la publicidad a distraídos, de esta sociedad.

Un besote distraido.

11:47 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

He estado por tu bitácora un rato, paseándome entre textos olvidados y dehesas y algo más... ahora ya voy a irme pero queriamos dejarte un saludo :)

Es que me suenan esos plurales, conozco a otra yo que los utiliza...

6:17 p. m.  

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