Enrique y la pereza
Transcripción: Martes, 7 de Octubre de 2008
Sí, sí, Enrique Molina: él era. Él era el subeybaja por la barandilla (¿con una bandeja sobre la nariz, repleta de copas vacías, la bandeja, la nariz…?). Él era, muerto de risa y a lágrima pelada, buscando entre las hojas de la libreta que se compró en Hungría…
….¡Enorme mentira! A estas alturas ya sabemos todos que la libreta te la compraste tú, el verano de 1989, ya sabes, aquel año en que los utilitarios de la Alemania del Este huian como conejos a través de la frontera húngara, y todo parecía que iba a cambiar de repente…
…para escribir como dios manda,….
¿Cómo quién? Al final resultará que no nos reconocemos en los que fuimos y escribimos…
…sobre un libro perfecto de inmaculada hoja blanca. Él era, fue y será, sentado en el escalón, mirándose las puntas de sus zapatos nuevos. Aquí de repente, parado, sabiéndose sin duda él. Héctor se le acercará para preguntarle: “¿qué ha sido de ti todo este tiempo?”, y tal vez él no conteste, porque sabe que, en el fondo, nosotros estamos dispuestos a ahorrarle todo ese trabajo.
¿Lo estamos?
Siempre hemos sido así de vagos. Y Enrique, y Héctor, morían de mudeces medio amordazadas por nuestra encantadora desidia de aprendices de viajeros en el tiempo… ¿O es que no resucitamos a Enrique, entonces (¿y ahora?) por pura pereza de inventar algo nuevo? Eso sí, nos encanta pelearnos de a manadas, a nosotros, los que hablamos…
-¿Lo estamos? –nos preguntamos.
-Tal vez: dejémonos analizar la cuestión con calma…
-…aunque nos tememos que es justamente calma lo que nos sobra…
-…pereza congénita… (¿Lo veis, lo veis?).
-…difícil de obviar cuando las respuestas ni siquiera acucian, y es preferible que no duela el nuevo juego, que sepamos mantener la cabeza fría, y la objetividad, y que el deseo no se nos escape por entre los puños de la camisa ajena…
-…ni la palabra se nos desboque o la sensatez nos extravíe en bosques de ardilla traicionera.
Sí, sí, Enrique Molina: él era. Él era el subeybaja por la barandilla (¿con una bandeja sobre la nariz, repleta de copas vacías, la bandeja, la nariz…?). Él era, muerto de risa y a lágrima pelada, buscando entre las hojas de la libreta que se compró en Hungría…
….¡Enorme mentira! A estas alturas ya sabemos todos que la libreta te la compraste tú, el verano de 1989, ya sabes, aquel año en que los utilitarios de la Alemania del Este huian como conejos a través de la frontera húngara, y todo parecía que iba a cambiar de repente…
…para escribir como dios manda,….
¿Cómo quién? Al final resultará que no nos reconocemos en los que fuimos y escribimos…
…sobre un libro perfecto de inmaculada hoja blanca. Él era, fue y será, sentado en el escalón, mirándose las puntas de sus zapatos nuevos. Aquí de repente, parado, sabiéndose sin duda él. Héctor se le acercará para preguntarle: “¿qué ha sido de ti todo este tiempo?”, y tal vez él no conteste, porque sabe que, en el fondo, nosotros estamos dispuestos a ahorrarle todo ese trabajo.
¿Lo estamos?
Siempre hemos sido así de vagos. Y Enrique, y Héctor, morían de mudeces medio amordazadas por nuestra encantadora desidia de aprendices de viajeros en el tiempo… ¿O es que no resucitamos a Enrique, entonces (¿y ahora?) por pura pereza de inventar algo nuevo? Eso sí, nos encanta pelearnos de a manadas, a nosotros, los que hablamos…
-¿Lo estamos? –nos preguntamos.
-Tal vez: dejémonos analizar la cuestión con calma…
-…aunque nos tememos que es justamente calma lo que nos sobra…
-…pereza congénita… (¿Lo veis, lo veis?).
-…difícil de obviar cuando las respuestas ni siquiera acucian, y es preferible que no duela el nuevo juego, que sepamos mantener la cabeza fría, y la objetividad, y que el deseo no se nos escape por entre los puños de la camisa ajena…
-…ni la palabra se nos desboque o la sensatez nos extravíe en bosques de ardilla traicionera.
8 Comments:
Qué mala leche se gastan... no te vuelven loco tan puntillosos y descarados ellos?
Y a mí que me apetece una de palabra desbocada y otra de sensatez al garete. Coméntaselo a Enrique, por si colara.
Besos perezosos cual Lemur.
sí, Margot, ya va siendo hora de soltar algún exabrupto... ¡Pero es que me da una pereza...! En fin, habrá que recargar baterías (anti-aéreas?). Besos, perezosos, lentos y... ¡desbocados!
Hace una semana,
tuve un incendio en casa.
(de verdad)
Cuando me enfrenté a las llamas,
me hablaron.
(de verdad también)
Días después reflexionaba acerca del fuego,
de sus dos caras,
la que ayuda a la vida, alimenta,
la que destruye, engulle.
Luego pensé: el fuego, como la palabra.
Leer de tu palabra desbocada y del bosque de ardilla traicionera me hizo recordar eso otra vez...
el fuego, como la palabra.
Besos que se portan bien por una vez, que vaya fama me voy a ganar...
(jajaja)
Fuego real... eres un pozo de sorpresas, Lena. Pues sí, entre fuegos, ardillas, bosques y traiciones anda la cosa. Y mira, yo, para variar, te envío unos besos de malo de película que ni te imaginas...
JAJAJAJA
JAJAJAJA
JAJAJAJA
JAJAJAJA!!!!!!!!!
Bueno, a mí también me gusta la mesa y el vino....el postre pueden ser esos besos...
(fuego, sí...la boca del lobo está en mi cocina...si ves las fotos te caes)
jajajajajaja
Voy a tener que ir para allá!!!
jajajajaja
Te espero Lena, te espero... Podemos hasta preparar un anuncio de prevención de incendios... O de provocación de incendios, según nos dé. Besos incendiarios.
(jajajajajajaja)
Lástima que por lluvia,
cortaran la vía.
jajajajajajajaj
Ya.
Seria.
jajajaja!
¿Seria? Qué pena, lena... La risa tantas veces lo es todo... ¡Riamos, pues!
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