miércoles, junio 07, 2006

Los rincones del caracol

Hablábamos de rincones en los que el caracol de las ausencias deja su rastro de brillo pegajoso. Se echa a faltar uno a sí mismo tantas veces… Noches de otra galaxia, con la cinta de cassette y Coltrane chirriante, o esa grabación marciana de Charlie Parker con bongós y tumbadoras… ¡Azúcar! El pelo enredado sobre la almohada se iba enganchando en deseos mal atendidos y peor curados, mientras las vecinas hacían sonar su Julio Iglesias a todo volumen por deslunados de ocho de la madrugada y domingo, las muy sádicas seguro que premeditadas… Jugaba la resaca a bombardear el sentido de otro día necesariamente ocupado en recuperar el aliento, en levantarse, Lázaro, y caminar por las aceras de la ciudad vigilante, y los cuerpos parados a distancias abisales. Jugaba uno a saber lo que quería, y a saber que en los otros mundos, los imposibles, tenía su rincón, el de los caracoles, reservado: desde allí recuperar los sueños nunca encontrados, desde allí acechar el paso de criaturas que asoman cuernecillos al sol, y delicioso aroma de tostadas intemporales con mermelada de naranja y tu sabor, punzante en la lengua, salvado en un instante y para siempre.
Levanta entonces el cronopio la cabeza, y contempla a sus alumnos de lengua española afanosos sobre los folios de uno de esos exámenes que se juró nunca poner y que combatió alguna vez desde su santa ingenuidad de futuros transformados. Tremendo. Pero no era “alguna vez”. Era LA VEZ, cuando todo estaba ahí y sólo había que tomarlo, agitarlo, devolverlo a su lugar impregnado de hermosos colorines y mañanas imprescindiblemente liberadoras. Hoy, quizás desde el cansancio, hay que mantener a raya a estos extraños seres adolescentes, que, indolentemente, desasidamente, adolescentemente a fin de cuentas, se ciscan en la tierra prometida y en los padres (nosotros) que la parieron, porque el mundo es otro, ellos son otros, aunque los poderosos, los mangantes, los manipuladores, los castradores, los explotadores sigan siendo los mismos, pero más fuertes, telearmados, ciberarmados, virtualizadores a toda mecha de realidades bien contundentes, prometedores del paraíso más allá y la miseria a este lado del juego. Pobres criaturas entontecidas, blandas, absurdamente violentas contra sí mismas, sabedoras de que su futuro es, en el mejor de los casos, una mierda de trabajo pagado en cromos de futbolistas del mundial y bollycaos de cemento armado. Pobre cronopio que tiene que ejercer de policía, para evitar que desaparezcan los últimos restos de su mundo, el suyo, el de buenos días camarada, compañero, amiga, el de hagamos las cosas porque sí y el de defendamos lo que queremos, frente a las hordas alineadas tras las banderas del “Soy Gilipollas, ¿qué pasa?” o del “¡Qué felicidad ser imbécil y no tener culpa de nada!”.
En fin, por fortuna al cronopio le queda algún joven cómplice escondido tras cortinas de humo maravillosas, que huelen a rasta y a hip-hop, a calle y a correos electrónicos que convocan frente a la sede de la Gran Mierda a una perpetua sentada por seguir siendo lo que somos: toca-pelotas vocacionales, vividores de vidas vivibles, imaginables, soñables, intercambiables.

2 Comments:

Blogger Marga said...

Una vez escribí, no hace mucho: "he conocido las palabras, su rastro de babas, de caracoles lentos devorando minutos", aludiendo a esa sensación de cansancio, de ejercer de polícia, uno ya no sabe si contra sí mismo... Pese a todo, señores míos, proclamo: seguiré ejreciendo de toca-huevos (la formalidad nunca fue lo mio, jeje), seguiré escarbando, seguiré en ausencias y pensando que el engaño está y me puede pero que al menos me queda forzar sus muecas. He dicho! Ayssss, y claro que intercambiable... como el que más!

Besosssssssss

11:41 p. m.  
Blogger Cronopio444 said...

...Y las muecas del engaño son la mejor recompensa... estiramientos, fruncimientos, repaso minucioso de narices, frentes y lacas diversas...Se pone graciosísimo el engaño cuando se mosquea... Besos gasterópodos...

7:36 p. m.  

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