Después de Enrique...
Preferible mantener a Enrique Molina caminando en su nebulosa. Volver a los asuntos del mundo pudiera sin duda sentarle fatal y acarrear, como suele decirse, monstruosas consecuencias y calamidad infinita. Enrique lee revistas que ya nadie lee:
“Y sin embargo, por muy complejo que se haya vuelto en este mundo distinguir el bien del mal, hay una cosa que seguro que es mala, y esta cosa es, nada más ni nada menos, el hecho mismo de que exista un mundo así. Si vivimos en un mundo en el que “es imposible saber qué es lo que realmente estás haciendo cuando haces lo que haces”, entonces es que vivimos en un mundo muy malo. El lema de los movimientos antiglobalización –“otro mundo es posible”- se convierte en un imperativo ético insoslayable. Es insoportable vivir en un mundo en el que basta meter los ahorros en una cuenta corriente de Caja Madrid para tener que preguntarte con cuántas ignominias y matanzas estás colaborando sin saberlo. Es intolerable un mundo en el que te tienes que alegrar de que en España se fabriquen bombas de racimo, pues al menos en eso parece que sí que somos competitivos a nivel internacional”. Carlos Fernández Liria, “Los diez mandamientos y el siglo XXI”, Viejo Topo-251 (Diciembre 2008).
Así que Enrique lee y calla, en su transcurrir de quince años atrás, con la conciencia tranquila del que sabe que ni siquiera existe. Traerlo de este lado, hacerle vivir, y charlar y ser en este mundo en el que tú –tú sí, y sin remedio- habitas y rabias, eso sí que sería definitivamente asesinarlo, borrarlo, hacer de él un humano sometido a los rigores de la amnesia, o al placer sádico del saber y no mirar, para, de reojo, ser consciente de la brutalidad sobre la que nos recostamos, plácidamente instalados, reprogramando conciencias para mantenerlas vacías y saludables: “Nosotros no podemos hacer nada”.
Déjalo allí, pues, sabio, sereno e inexistente. Confórmate con tu propio existir de plazos borrosos e impotencias asumidas. Pero no olvides, porque quizás en la memoria reside la cuadratura del círculo, el to be or not to be de todas las questions que en el mundo son, o han sido, o serán, a pesar de ti y de tus reticencias, a pesar de nosotros y nuestra discreta incontinencia verbal.
“Y sin embargo, por muy complejo que se haya vuelto en este mundo distinguir el bien del mal, hay una cosa que seguro que es mala, y esta cosa es, nada más ni nada menos, el hecho mismo de que exista un mundo así. Si vivimos en un mundo en el que “es imposible saber qué es lo que realmente estás haciendo cuando haces lo que haces”, entonces es que vivimos en un mundo muy malo. El lema de los movimientos antiglobalización –“otro mundo es posible”- se convierte en un imperativo ético insoslayable. Es insoportable vivir en un mundo en el que basta meter los ahorros en una cuenta corriente de Caja Madrid para tener que preguntarte con cuántas ignominias y matanzas estás colaborando sin saberlo. Es intolerable un mundo en el que te tienes que alegrar de que en España se fabriquen bombas de racimo, pues al menos en eso parece que sí que somos competitivos a nivel internacional”. Carlos Fernández Liria, “Los diez mandamientos y el siglo XXI”, Viejo Topo-251 (Diciembre 2008).
Así que Enrique lee y calla, en su transcurrir de quince años atrás, con la conciencia tranquila del que sabe que ni siquiera existe. Traerlo de este lado, hacerle vivir, y charlar y ser en este mundo en el que tú –tú sí, y sin remedio- habitas y rabias, eso sí que sería definitivamente asesinarlo, borrarlo, hacer de él un humano sometido a los rigores de la amnesia, o al placer sádico del saber y no mirar, para, de reojo, ser consciente de la brutalidad sobre la que nos recostamos, plácidamente instalados, reprogramando conciencias para mantenerlas vacías y saludables: “Nosotros no podemos hacer nada”.
Déjalo allí, pues, sabio, sereno e inexistente. Confórmate con tu propio existir de plazos borrosos e impotencias asumidas. Pero no olvides, porque quizás en la memoria reside la cuadratura del círculo, el to be or not to be de todas las questions que en el mundo son, o han sido, o serán, a pesar de ti y de tus reticencias, a pesar de nosotros y nuestra discreta incontinencia verbal.
12 Comments:
dios...yo también leo El viejo topo...
¿será que soy Enrique sin saberlo?
Y lo hago por vicio....jajajaja....lo de El viejo topo...atesoro los que me quedan...
¿serán los 40?
jajaja
Besos hip hop!
Al menos nos sobrevive la incontinencia verbal, imagina si no...
Un abrazo y feliz año nueve.
En este punto me estallan las bombas de racimo en la cabeza, en el corazón en las entrañas....¿y que se puede hacer...?
Cavar como los topos medie ciegos túneles laberintos para perdernos, oscuros pasadizos....
Un abrazo
Tremendo... me gusto leerte y me ayudó a pensar... que no es poco.
Te abrazo
MentesSueltas
Pues sí, mejor dejarle en su plácida nebulosa de la no existencia... si lee ese tipo de artículos y tuviera presencia real sería un excelente candidato para la esquizo o la psicopatía, pobre. O una úlcera mental y visceral.
Besos desde el frenopático.
oh
Mi "Viejo Topo" es otro....
´(ya me parecía que algo no cuadraba)
Me refería a una revista de literatura....en papel...a la vieja usanza....que leía a mis 18 y que ya no existe.
Lena, yo también los tengo todos almacenaditos... A veces no me da tiempo ni de leerlos, pero... ¡Serán los 40! Besos casi que trance...
Sí, Isa, todo irá bien mientras sigamos incontinentes... Besos.
Lena, veo ahora tu último mensaje... Vaya, qué pena de no coincidencia... Pero bueno, en otras coincidencias nos encontraremos. Más besos.
Cavemos, Fortunata, y descansemos luego un poco. Pero siempre con el pico dispuesto... Besos.
Saludos, mentes sueltas, es bueno saber que pensamos en compañía... Un abrazo.
Ya ves, Margot, Enrique me mira a mí, y ya tiene bastante, el pobre. Si tuviera alguna tentación de "hacerse carne y habitar entre nosotros" (el lenguaje meapilas nunca muere) se le iría pronto... Besos desde el lado de acá.
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