miércoles, octubre 31, 2007

Gotea saliva gris

Son, a veces, desvíos escurridizos, atajos que hacen evidente quizás la inercia, la desgana tal vez, de la ruta ya tomada y asumida. Puro contraste de formas y apetencias. Las palabras se suman entonces, crípticas, a la fiesta de los silencios posibles, y los rompen a dentellada muda, a combate de sílaba estancada. Gotea saliva gris sobre los suelos, resbaladizos a fuerza de sequedad descontrolada.
Desde la niebla: querrás hablar desde la niebla que se solidifica sobre tu piel como un abrigo helado y fluido. Humedades, pues, de saliva y lluvia, que te empapan el pensamiento o te derriban las costumbres que metódicamente esculpes, escupes, escampas sobre tus días, con minuciosidad de orfebre en exilios imaginarios, cazador de heroicidades vez a vez postergadas hasta mejor ocasión que nunca llega, que nunca alcanza a satisfacer las deudas contraídas, contrahechas, contrastadas o asfixiantes, mano al cuello lenta, burbuja que palpita entre tus dedos que improvisan un sucedáneo de caricia temerosa…
Aquí estás, nos dices, aquí sigues, no te has ido. Permaneces. Balbuceas. Arrastras a gatas tus herencias infectadas o heridas purulentas o pústulas de sonrisa firme o vertical o indolentemente recostada sobre el secano que puntúa una gota de sudor de insegura procedencia o improbable perfección… Sientes justo ahora que los enlaces se han abierto (“habierto”, escribes, pletórico de haches…) y que el líquido verbal fluye lejos de presas, y represas, y prisas, y prosa fúnebres encantadas de haberte conocido a ti, a quien quiera que tú seas ahora que te detienes, te miras, te sopesas.
Te miras. Nos miras. Los observas: gritarás discursos interminables que se perderán en los aires cibernéticos. Saludarás al público con una leve reverencia. Y un amago de roce en labios agrietados…

jueves, octubre 25, 2007

¿Continuación?

Martes, 23 de Octubre
A veces piensas que tienes algo de gafe. El domingo, en El País, venía una necrológica de Germán Espinosa, el escritor del que hablabas en los post anteriores… Murió el miércoles, y pusimos el post el jueves… Estas casualidades dan que pensar, pero sólo un poquito. Que las brujas de sus novelas le hayan conducido a algún lugar más amable que este en que vivimos. Seguro que entre aquelarre y aquelarre la existencia transcurre plácida y embelesada…

Continuarás, nos decías… Sí, aunque repitiéndote, seguramente. Cuando la educación, por ejemplo, deja de ser necesaria para trepar en la escala social, los especímenes humanos parecemos tender a la búsqueda de la ignorancia absoluta como método infalible de disfrute ególatra de aquello “que nos fue dado” por nuestros méritos innegables. “Este libro es un rollo”, que dicen tus alumnos, y “El rollo, en realidad, sois vosotros, que no tenéis ni la más mínima intención de hacer el esfuerzo necesario para conocer cosas diferentes a las que os venden”, respondes tú, con mucha menos elocuencia que aquí, claro. De ahí al primo de Rajoy (no te resistes a mencionarlo, perdón para los que no conozcan la referencia) el paso ya está dado: pan, circo, cochazos e impunidad mental para todos: ser perfectos ceporrones es un derecho adquirido que nadie nos puede arrebatar.

Ya te toca las narices el espectáculo de los trenes de cercanías en Barcelona. Todos los gobiernos de las últimas tres décadas han hecho lo posible para cargarse el ferrocarril como medio limpio y verdaderamente popular de transporte, a favor de las carreteras de todo tipo y pelaje. Todos los políticos de todos los partidos son fervientes fans del AVE, ese falso tren para ejecutivos apresurados. La ecuación es fácil: que se jodan los que tienen que coger el cercanías por narices, porque la pijada del AVE es mucho más importante que ellos. Así que todo aquel que intente manipular las peripecias de los currillos barceloneses tiene un morro más bien gigantesco… Incluidos los propios currillos, boquiabiertos y pagadísimos de la modernidad que supone el AVE, europeos de primera y no sé cuántas zarandajas más… No es difícil enlazar con las banderazas de fechas atrás. Mientras el “pueblo” siga preocupándose por chorradas, lo tenemos claro. Y la educación ya no sirve. Podemos asegurar que no nos hacen ni puñetero caso…

Por eso ayer, cuando viste por el PLUS “Una verdad incómoda”, la peli de Al Gore, se te puso cara de póker. Las recomendaciones del final no tienen desperdicio… si eres una especie de monje yanki concienciado con pasta. El Nobel es la consecuencia lógica. Así está el prestigio del Nobel… ¿Frank (“la abuelita”) Capra al poder? ¡Venga ya!

miércoles, octubre 17, 2007

Hispanidades

…"¡Corre, corre, que se te escapa!” Este es al menos el cuarto principio que nos sugieres esta mañana… ¡Ni siquiera nos has dejado poner la fecha! Así que espera un momento…
Martes, 16 de Octubre
…Ahora sí… Vale, de acuerdo, la idea es buena. Se te ocurrió el domingo, cuando saliste a reparar las urgencias del jardín. Cortaste una hoja de la palmera, que se había enredado con el ramón cargado de dátiles vanos (las palmeras, como os explicaron en el Oasis de Túnez -¿cómo narices se llamaba el oasis?, no tienes ganas de ir a buscarlo…- han de ser fecundadas… -ni ganas ni tiempo, ni capacidad cerebral para tanta acumulación), la troceaste con cuidado para depositarla civilizadamente en el rincón donde una vez a la semana se recogen los restos de “verde”, y te dispusiste a recortar la “banderita española” que, buscando luz, había invadido la acera exterior de tu casa… Coño (la interjección, en este caso, es fundamental, y ha de ser precisamente esta), te dijiste… ¡Banderita española! Si hasta parece un chiste del Wyoming: ¡estabas recortando la “banderita española” (supongo que la planta es conocida: trepadora con florecitas de colores de tonos amarillentos y rojizos… por si acaso luego, cuando haya luz, saldrás a hacerle una foto - y, en efecto, saliste a hacerle una foto, y hoy, miércoles 17, estabas dispuesto a publicarla con el texto, pero la maquinita no se deja, y será cuestión de cerrar el paréntesis...)!. Pena que no se te hubiera ocurrido el día 12. Como “gesto por la bandera” y por ¡Españñña! hubiera quedado de lo más apropiado. (El ordenador se resiste a aceptarme tanta “ñ”, ¡también él!).
Decidiste que nos hablarías sobre eso, y esta mañana te levantaste con el ímpetu necesario para hacerlo. Son las nueve menos cuarto. Has desayunado, has fregado los cacharros, has preparado unas judías verdes para la comida del mediodía, te has duchado, te has afeitado… Le has estado dando vueltas a la cabezota todo ese rato, y has pensado justamente en la Hispanidad, en las hispanidades… Te han comenzado a asaltar imágenes de todo tipo… Tamales y arepas, mates bien cebados, casitas coloniales de colores vivos en Oaxaca o en Cartagena, Boca que se cae a pedazos apenas rondado por turistas de tango plastificado, la tumba de Cortázar que fuiste incapaz de encontrar en París, el estrépito de las paredes del Perito Moreno desmoronándose, indios de Palenque que venden figuritas (casi de playmobil) del Subcomandante Marcos, un róbalo espectacular en un restaurantito allí mismo, casi tan espectacular como las propias ruinas, el barrio de Palermo en Buenos Aires y la inmensidad de puestecitos ambulantes en las proximidades del Zócalo del DF, que ahora han hecho desaparecer (no la banderota del propio Zócalo, claro, esa está hecha para perdurar, por la madre de la chingada…), y gente, gente, gente… Gente que se arrastra sin un peso, sin un sol, sin medio dólar… Gente perezosa bajo soles de castigo, camisa húmeda, sudor a chorros por tu frente de casi gringo blanquecito entre tanto moreno… Gente también que presume de auto, y que os riñe a los españolazos por fumar tanto (y eso que tú ya no fumas… ¡no nos habías contado aún que en Colombia apenas fuma nadie…!), y que se deleita, en la madre patria, con su lista de programas más vistos en TV (que nadie se pierda, por favor, “Escenas de matrimonio”, casi cinco millones de espectadores: un retrato perfecto de qué mierda es esta de la concha de tu madre-patria: a su lado las pelis de Esteso y Landa son obras de arte dignas de ciclo en la Filmoteca).
Tu acumulación llegaba hasta el infinito, agujero de Aleph donde todas las imágenes se superponían y eran una misma. Al final, tras la lista enorme del Todo, condensado en páginas y páginas de enumeración apenas balbuceada, aparecían ellos. El Gran Inquisidor, con su otra lista, la de los Mártires de la Cruzada Contra Los Rojos a los que hay que beatificar en Roma con todo rumbo y esplendor. Esa ceremonia de la concordia que no ha de molestar a nadie, igual que el futuro templo a ellos, los insignes Mártires, dedicado en Valencia, aprovechando las naves industriales protegidas cedidas gozosamente por las autoridades locales, que ya se han cargado con las obras de un campanario imposible a la vez que im-pres-cin-di-ble. Porque ahí culmina, sin duda, la Hispanidad: en ese enjambre de curazos, obispazos y cardenalazos protectores de nuestra moral y de nuestra historia, que jamás permitirán que se rehabilite la memoria de, por ejemplo, los maestros de la República fusilados, exiliados, torturados, degradados y enterrados en cunetas, porque eso es “reabrir heridas que a nadie interesan”, pero que no perdonan ni uno de sus innúmeros convites con chocolatito caliente, dulces de monja y violación de jovencito o jovencita, a ser posible indígena, como postre en la intimidad…
¡Viva la Virgen del Pilar, coño!
(Creemos que continuará)

jueves, octubre 11, 2007

Colombia-y4

Domingo, 10 de Octubre
Puente en la Comunidad Valenciana. Breve salto a Extremadura. Desde tu sillón de las siestas estivales, te sigues acordando de nosotros, y juegas con los últimos coletazos colombianos. Habría más que decir, sin duda, pero irán saliendo detalles y paradojas de su escondite sin necesidad de monografías que parecen bloquear el movimiento en la memoria del amable deambular veraniego, ahora que la pelea otoñal se reaviva y los brazos partidos van absorbiéndonos el tiempo a marchas forzadas…
Has dicho muy poco del Quindío, del antiguo Eje Cafetero que fue viendo cómo la guerra de precios acababa con el negocio, reconvertido ahora (parcialmente, claro: aún quedan grandes extensiones de cafetal) en platanales y turismo: viejas haciendas transformadas en hoteles rurales, parques temáticos para las familias colombianas con posibles, que acuden en buen número al reclamo. También vosotros. La naturaleza desbordante se sobrepone a todo, y la sombra infinita de las palmas de cera del Valle de Cocora se te viene a menudo a la cabeza, en la nostalgia del camino que seguramente nunca podrás hacer hacia las cumbres de los Nevados. Parajes apenas sugeridos por lecturas y deseos que quedan ahí, fantasmillas irrealizados que se asoman a tanto proyecto, capaz de llenar vidas completas de unos cuantos de nosotros…
Cartagena se te ha quedado también en un par de alusiones, que apenas se refieren al agobio de las playas plagadas de vendedores… Dos, tres, cincuenta Colombias superpuestas, y sensaciones diversas que ya no vas a explicar, porque la vida sigue y porque tú también sigues sin saber muy bien qué haces aquí ni por qué insistes… Diversifiquemos pues las lenguas bífidas, o sugiramos lecturas como la que ahora te ocupa, recién traída de allá y totalmente desconocida hasta la ocasión y los estantes de las librerías colombianas: Los cortejos del diablo, de Germán Espinosa, novela de 1970 centrada en la Cartagena colonial e inquisidora (una de las dos sedes americanas), con un juego de voces y personajes que por momentos te recuerda al mejor Julián Rios, suavizado su lenguaje por lo terrorífico de las situaciones, el zumbar de los brujos voladores en pos del Gran Cabro, y la realidad escondida tras los siglos… En España se prohibió el libro “por cuestionar la Hispanidad”. Excelente ocasión, pues, para leerlo, con el ruido de fondo de los héroes defensores de banderas, monarquías y demás esencias patrias sacadas de quicio, sensatez e inteligencia.

martes, octubre 02, 2007

Colombia-3

Lunes, 24 de Septiembre
Eres tan perezoso que los días reales se van alejando de los evocados a velocidad de récord del mundo de lo que sea… Nos abalanzamos pues sobre ti para robarte fragmentos de memoria (esa que luego pierdes con más facilidad todavía, para dejar convertido el pasado en un desiertillo con apenas arena y quizá una brizna de “sí, me acuerdo vagamente” agostándose al calorazo de los olvidos) y te encontramos deambulando por los barrios de Bogotá en los que tus amigos revisitan sus días universitarios. Proliferan en Bogotá las universidades privadas. “¡Aquí estudiaba yo! La Universidad tenía comprados varios edificios en propiedad, pero en medio se incrustaban otros… Un portal era entrada a las clases, el de al lado era un prostíbulo, y así durante cuadras enteras… Nunca pudieron comprar los edificios de al lado, aunque lo intentaron…”
Las calles que os acercan a La Candelaria se van degradando al paso de tortuga del trancón correspondiente, y el fantasma de lo que fue Barrio Fundador y colonial se carcajea entre escombros que apenas dignifica el espacio rehabilitado de la “Manzana de las Artes”: el Museo Botero y la Casa de la Moneda… Cuánto esfuerzo, piensas tú, para la misma ciudad de los barrios miseria… Y qué contraste con el alegre dilapidar de tus gobernantes valencianets, que probablemente manejan presupuestos que multiplican por infinito los que aquí se pueden dedicar a mejorar infraestructuras culturales, con resultados decentes y sensatos… El espacio apabullante de la Plaza Bolívar que viene a continuación descabalga todos los equilibrios, y la vigilancia y los registros os recuerdan dónde estáis y cómo están las cosas…

Miércoles, 26 de septiembre
“¿Cómo me la trataron hoy, doña Sofía?”. Es el saludo del recepcionista del hotel de Villavicencio (Villano para los amigos), en el que estuvisteis doce días completitos. “¿Qué hubo (“quiubo”), don Cronopio?”. (Te interrumpes. Suena el timbre. Esperas en la Biblioteca a tus dos alumnos búlgaros…)

Domingo, 30 de Septiembre
Todo al final es una mezcla, nos dices, y tú disfrutas precisamente provocándolas: las tareas de limpieza en tu jardín, Caótica Ana (la película de Médem), las comidas y agasajos de vuestros amigos colombianos o las ínfulas y poses de los “intrépidos viajeros solidarios” que reniegan del turismo, porque ellos son especiales y no hacen lo que todo el mundo.. Es esta última una actitud con mil filos, que provoca equívocos y contradicciones sin cuento… Dar, por ejemplo, tres mil vueltas para llegar al mismo sitio al que llegarán todos los demás, pero un par de horas más tarde y molido por el traqueteo de un bus infernal y abarrotado. El “intrépido viajero solidario” acaba convencido de que “ha convivido” con los lugareños, y de que se ha puesto en sus mismas condiciones… por unas horas, claro. No sea que luego no pueda regresar a su denostado primer mundo a preparar la siguiente expedición aventurera. Has visto a alguno de ellos (compañero de viaje, para más vergüenza ajena), por ejemplo, regateando medio yuan (7 pesetas entonces) a una niña de no más de ocho años que vendía unas muñequitas de trapo a los turistas, y regresar ufano con su compra tan sabiamente adquirida. “Hay que evitar que se acostumbren a timar a los extranjeros”, te decía. Y tú hiciste un esfuerzo para no vomitarle en la cara, claro: turista de blanda entraña…
Vosotros habéis “convivido con los lugareños” en Colombia, en Villavicencio fundamentalmente. Vuestros anfitriones recibían a sus hijos después de dos años. Los amigos de padres e hijos os hicieron llover invitaciones: un asadito por aquí, un sancochito de gallina por allá, una partidita de tejo por acá… Os habéis desplazado a las casas, a los pueblos cercanos, a los negocios de estas personas de “clase media”, jubilados algunos, acogedores, amables, parlanchines. Actividades y relaciones como las de los “pueblos” españoles de antaño, de cuando la gente se necesitaba y cultivaba, por ejemplo, las relaciones de vecindad, y criaba a los hijos casi en una misma vida comunal de barrio y calle. Dudo que ningún “viajero intrépido” alcance a conocer y apreciar ese espíritu que aún sobrevive en Colombia y en tantos otros sitios. Cuestión de expectativas, tal vez…
¿Y Médem? Desajustándote la armonía neuronal a golpe de imágenes vivas e historias inverosímiles, saltarinas y absorbentes. Lo de menos, quizás, la filosofía última de su película: la Mujer como depositaria de la única esperanza que nos queda. Lo de más: la vida condensada en un delirio que nos revuelve todas las certezas… Una buena ocasión para volver a enviar a escardar cebollinos a todos los “intelectuales” y “equilibrados bienpensantes” que lo pusieron a caldo con el pretexto de La pelota vasca. Y es que estás hasta las narices de que haya gente tan lista y tan “decente” por ahí… Ya te gustaría cruzar unas palabritas con don Fernando Savater, ya, para que te explicara bien aquello de que el buen ciudadano ESPAÑOL no ha de ser nacionalista, no, sino que ha de ser, sólo, español, por aquello de las Constituciones, claro, nada más que por eso.
El jardín bien limpito, por cierto.