Fin de curso
Miércoles, 20 de junio
Te has bajado con los alumnos de bachillerato a la biblioteca, que se está más fresquito. Preparan su cena de despedida: panceta, chorizos, patatas fritas… Días muertos, con las notas ya puestas y la Piscina Municipal abierta… ¡Vaya desperdicio! La muestra evidente de que ya hace tiempo que dejaste de ser profesor de Lengua…
Jueves, 21 de Junio
…Eres cuidador de adolescentes, futuros consumidores de vacíos de colorines y nadas deliciosamente empaquetadas.
Esto último lo escribes bajo el influjo de un trabajo que acabas de leer sobre las campañas de “solidaridad empresarial”. Aquello de “El 1% de tus compras se destinará a combatir el sida en África”. Marketing puro y disfraz que bloquea la verdadera solución: política. Pero el consumo hace tiempo también que se adueñó del espacio social. Apenas quedan residuos irrelevantes de crítica y discusión… Así que: ¡ponga un negrito en su vida! Qué bonito, ver escapar la lagrimilla mejilla abajo, y poder sentirse tan, pero tan bueno…
Desde el lado oscuro, la culpa
bucea
y descubre paisajes quizás olvidados
de deslumbrante y furibunda
ruindad…”¿moral?”…
¿Es ese el adjetivo adecuado
para describir
la pulsión de asco en el pecho,
la sensación de ser mierda ambulante
con un lacito en las trenzas
inocentes
de cada posible justificación?
Saberse enfermo, a fin de cuentas,
ampara debilidades asumidas
como algo inevitable. Estar convencido
de estar enfermo.
De ser un enfermo
de infancias atascadas
en los retretes de la memoria
atiborrada de excusas.
Y ni siquiera un infierno
para arder en condiciones,
borrado de un plumazo el dios
y su comitiva fúnebre de santos pecadores
redimidos.
Te has bajado con los alumnos de bachillerato a la biblioteca, que se está más fresquito. Preparan su cena de despedida: panceta, chorizos, patatas fritas… Días muertos, con las notas ya puestas y la Piscina Municipal abierta… ¡Vaya desperdicio! La muestra evidente de que ya hace tiempo que dejaste de ser profesor de Lengua…
Jueves, 21 de Junio
…Eres cuidador de adolescentes, futuros consumidores de vacíos de colorines y nadas deliciosamente empaquetadas.
Esto último lo escribes bajo el influjo de un trabajo que acabas de leer sobre las campañas de “solidaridad empresarial”. Aquello de “El 1% de tus compras se destinará a combatir el sida en África”. Marketing puro y disfraz que bloquea la verdadera solución: política. Pero el consumo hace tiempo también que se adueñó del espacio social. Apenas quedan residuos irrelevantes de crítica y discusión… Así que: ¡ponga un negrito en su vida! Qué bonito, ver escapar la lagrimilla mejilla abajo, y poder sentirse tan, pero tan bueno…
Desde el lado oscuro, la culpa
bucea
y descubre paisajes quizás olvidados
de deslumbrante y furibunda
ruindad…”¿moral?”…
¿Es ese el adjetivo adecuado
para describir
la pulsión de asco en el pecho,
la sensación de ser mierda ambulante
con un lacito en las trenzas
inocentes
de cada posible justificación?
Saberse enfermo, a fin de cuentas,
ampara debilidades asumidas
como algo inevitable. Estar convencido
de estar enfermo.
De ser un enfermo
de infancias atascadas
en los retretes de la memoria
atiborrada de excusas.
Y ni siquiera un infierno
para arder en condiciones,
borrado de un plumazo el dios
y su comitiva fúnebre de santos pecadores
redimidos.