viernes, mayo 25, 2007

Solo

24 de Mayo
Hoy, de nuevo en la calle. Parece que te ha dado por recuperar situaciones y lugares ya casi olvidados: tú, solo, esperando la hora de entrar al teatro, tomándote un vinito en una terraza y escribiendo, de tu puño y letra, lo que luego (seguramente mañana) nos dictarás al amor de la pantalla. Venías ya pensando en ello desde esta mañana, y recordando las épocas en que era habitual verte solo por la ciudad, a horas más bien tardías, buscando jolgorios, borracheras o conciertos de jazz (a veces todo a un tiempo) y con un aspecto de desamparo juvenil-existencial-cabizbajo que, afortunadamente (te parece) ya dejó de existir hace un buen rato. Muy teatral todo: miradas cruzadas (¿la señora de tu edad que, en la mesa vecina, charla con su amiga?), proyectadas sobre escenarios inexistentes, tú a veces el protagonista, obligado a mantener apariencias de naturalidad desde el silencio, observando, observado, tímido contemplador de nocturnidades etílicas, dosificadas whisky tras whisky, alucinógeno casero a partir de la séptima copa, cigarrillo permanentemente enganchado de labios y dedos, inquietos, huidizos, nerviosos. Eran noches largas y extrañas, que solías concluir tan solo como las habías empezado, y con promesa de descomunal dolor de cabeza en mañanas de resaca reflexiva.
Periodos enteros de tu vida se resumen en ese deambular a la expectativa: ciclos completitos de Fassbinder, Godard o Wenders, conciertos de Oscar Peterson, o de Dizzy, o de Chet Baker, o de Billy Higgins, en Valencia, en San Sebastián (¡los viajes en julio a Donosti, que darían para unas cuantas paginillas, sin duda!), o en Vitoria, el teatro luego, Joglars, o Dagoll-Dagom (llegaste a ver Antaviana seis veces, por ejemplo), o Comediants, en esos tiempos en que todo era nuevo y faltaba tanto por descubrir…

25 de mayo
Ya es el día siguiente, y aquí estamos, mirada fija en tu rostro, ahora nosotros, no ninguno de esos personajes anónimos con que te gusta tropezarte en las calles-pretexto. Ya entraste al teatro, ya viste el monólogo de la chica insomne y sus desgarros, y su dolor, y su energía, ya cumpliste tu jornada laboral, ya nos hablas con algo de apresuramiento y ganas de despedida. No sufras: has cumplido. Has ganado, otra vez, algo de tiempo. Aquí seguimos, esperando…

viernes, mayo 18, 2007

Vida cotidiana

Viernes, 18 de Mayo

Se te han acabado las reservas de escritos. No tienes más remedio que llamarnos (sabes que, algo cansados de tus continuos desplantes, andamos últimamente a la nuestra, sin hacerte ningún caso), porque no quieres que pase más de una semana sin post nuevo. Habías hasta pensado en prescindir de nosotros, armarte de un contundente Yo-Primera persona-Aquí me tenéis, desde el que, incluso, vapulearnos recurriendo al Vosotros facilón, al Por fin solo y a otras ingratitudes sin duda desproporcionadas. Pero al final te lo piensas mejor, ejecutas el ceremonial completo, fijas atentamente tu mirada en la nuestra, al otro lado de la pantalla, o a este, o vete tú a saber dónde, y nos aseguras que estás en ese periodo del año en el que la inercia es aún más dura si cabe. Te arrastras, nos dices, de una actividad a otra, únicamente porque sí, deseando sin más que se acabe el ciclo, que llegue el veranito, que el borrador mental actúe de nuevo, y nos quedemos todos a cero, inmersos en los viajes por venir y en las perezas sin cuento.
Pero aún queda más de mes y medio. Son las ocho y cuarto. Estás en tu estudio. Empieza a hacer calor, aunque todavía es bastante soportable. Te esperan cuatro clases seguiditas (los viernes son como la puntilla…). A estas alturas, ya sabes que, otro año más, no ha habido ningún milagro, y apenas mínimas satisfacciones. Como siempre, el desengaño: la sensación de haber estado golpeando con la cabeza a la pared, a ver cuál de las dos es más dura. La pared: futuros ciudadanos que pasarán a integrar, en su furibunda adultez, las filas de la barbarie, inmunes a cualquier contagio civilizador. Hoy, cuando llegues, los efluvios primaverales inundarán aulas y pasillos, cuyos (homenaje a un elemento lingüístico a extinguir: ¡”cuyos”, has dicho “cuyos”!) suelos bien barnizados de papeles, chicles esperando zapato redentor, restos o bolsas enteras de porquerías sintéticas más o menos digeribles y/o digeridas, bocadillos en diversos estados de descomposición, y otras muestras variadas de arte povera no racionalizado, te recordarán que sí, que no te has equivocado, que este es tu lugar de trabajo. Ya apenas intentarás poner algo de orden. Verás circular a tus compañeros, indiferentes a griteríos, exhibiciones de adolescencia incontrolada, olores y suciedad. Dejarás pasar el día procurando no envenenarte más el alma, el espíritu, la perola pensante a pesar tuyo, las esperanzas andrajosas que aún habitan, en algún rinconcito palpitante de tu ser, ya casi la nada, y que le vayan dando a Heiddeger…
Acabará la mañana, volverás a casa. Hoy irás al teatro, verás a los otros jóvenes, los que sí, los que no se están dejando arrastrar por la feliz corriente de subnormalidad militante… En la sala de Los Manantiales (a estas alturas ya deberían saber, nos dices: tu sala alternativa favorita), cincuenta personas: medicina contra el cansancio, contra la desilusión. Proyectos nuevos. La pared se irá abollando y (conmovedora cita de pasados trasnochados, de ingenuidades mantenidas a golpe de voluntad, cabeceadora permanente de muros que ni se inmutan, los tíos…)…. “si estirem tots…”

jueves, mayo 10, 2007

Haciendo cola

Martes, 24 de abril de 2007

Como las circunstancias pueden ser muy diversas, hoy te acompañamos nada menos que hasta la ITV, sabiendo que en la cola de espera podremos darte un poco la murga, y hacerte recordar, por ejemplo, la noche estrellada de Ávila, ahora hace justo una semana. Saliste, ese día, a fumarte un purito (ya no fumas, hace tiempo, pero sí te permites un purito pequeño de vez en cuando, como celebración, o premio, o recuerdillo del acto antes obsesivo de echar humo placenteramente…) al fresco, y allí estaban el cielo y la calma de la noche, a tu disposición contemplativa. Después de un día de ajetreo continuado, vale la pena pararse, vaciar la cabezota de disquisiciones pertinaces y, simplemente, callar, mirar, respirar…
En ello estuviste un rato, y seguramente extrajiste una especie de concentrado de calmas nocturnas repartidas entre los años que siguen transcurriendo al galope, caballazo loco del tiempo que a veces se detiene para dejarnos tomar aliento y asomarnos al abismo del que vas siendo tú, también con ganitas de volverte del revés y purgar cada tremenda equivocación que es el paso siguiente, el que siempre se hubiera podido dar en otra dirección, el que fatídicamente se da para justificar posteriores arrepentimientos.
-Y unas narices.
Ese eres tú, que reivindicas ahora tus decisiones, qué remedio, y te declaras tú mismo ante nosotros, tus dobles, tus vigías, tus iguales ciertamente inexistentes. La no existencia nos permite algunos privilegios, como ya sabes, y uno de ellos es por supuesto disfrutar de lo que nunca fue, por el procedimiento sumario de echarte en cara que no lo hicieras en su momento. Nos encanta, por ejemplo, reprocharte que no te líes la manta a la cabeza para mandarlo todo al carajo y empezar desde cero en una isla desierta, o para dedicarte a viajar jugándote el cuello por esos mundos de dioses borrachos e intransigentes. Tú en cambio te conformas con recordar esos aires limpios semejantes a los de la noche de Ávila: los cielos de luz casi perpetua de Islandia, esa noche del año 90, con la que empezaba a ser Sofía; la noche de Pirineos, en la que flotaba todavía el espíritu del amigo recién muerto, sida asesino, incomprensión reconvertida en sonrisa apacible de resonancias silenciosas. Esas dos noches te salen a vuelapluma, y tantas más si te pusieras, pero para qué dar detalles, nos dices, si la idea está clara, y los coches van avanzando sobre la línea.
Es casi tu turno. Seremos buenos. ¡Disfruta del espectáculo!

domingo, mayo 06, 2007

¿Prospecciones?

Jueves, 12 de Abril
Copiado hoy, pero escrito dos semanas antes (no recordamos exactamente el día, ya ni poniendo fechas conseguimos organizarte el caos de pata coja con muelles que va saltando casillas en un exceso de ocas
-¡pavos, pavos reales con la cola desplegada y cortejando impúdicamente a las palomas
–juras y perjuras que las palomas ponían cara de perplejo halago y humilde golosina…-
en el Parque de los Pinos de Plasencia, exactamente el martes, día 10 de Abril-
y tiro porque me toca, hacia adelante o hacia atrás, en simulacro de yenka permanente, un, dos, tres…):
Encerrado y abierto a la huida que propone la escritura automática sometida a descontrol voluntario. “Sometida a descontrol voluntario”, simpática paradoja -¡doble, paradoja doble!, nos dices ahora, a las doce y media del día 12, mientras copiamos- de equilibrista sobre alambre de papel y tinta que empapa la pechera. Correremos a apuntar cada instante de desconcierto y en los momentos e silencio o pausa asomará nuestra narizota interrogante, prospectiva: buscamos pozos de inconsciencia sin fondo, por los que acceder a ti sin trampa, ni cartón, ni veleidad simuladora. Y te resistes, Zamora, y no caíste en una hora, no, qué vas a caer…